John Berg fotografiado con una reproducción de la portada de Born to run, hecha en 1975 a partir de una foto de Eric Meola. |
El equipo de John Berg en los años más fecundos, los últimos sesenta. |
Un “director de arte” es un creador que renuncia a su estilo propio para formar un equipo pluridisciplinar con el que dar la solución idónea para cada proyecto que se le encomienda, atendiendo sus singularidades y desarrollando el subyacente concepto original. Es quien selecciona y plasma la idea más acorde con el producto a difundir, y, en ese sentido, John Berg acertó reiteradamente y “llenó nuestra cabeza de rock” (y de muchas otras músicas).
Cartel de Milton Glaser incluido en el primer disco de grandes éxitos de Bob Dylan. 1967. |
Por su equipo pasaron, entre muchos otros,
Richard Avedon, Milton Glaser, Jerry Schatzberg, Tomi Ungarer, W. Eugene
Smith y Robert Crumb (que, tras dibujar la portada del Cheap Thrills de Janis
Joplin, se negó a cobrar porque “no quería el sucio dinero de la Columbia”).
Sobre la famosa portada del Born to run, se cuenta que la intención de Bruce
Springsteen era recurrir a una foto bastante convencional (“como de solapa de
libro de John Updike”, según la certera puñalada de Berg) y que el Boss sólo aceptó
a regañadientes la propuesta basada en una foto de Eric Meola, demostrando que va mucho
mejor de oído que de vista.
Su trabajo “colectivo” fue muy reconocido e influyente, y aceptó los plagios como
el mejor de los elogios (“la imitación es la forma más sincera de halago”, dijo,
haciendo gala de su cínico espíritu deportivo).
Uno de sus productos más premiados fue la imagen y tipografía del grupo Chicago, y
especialmente su décimo disco, de 1976, reproduciendo una tableta de chocolate. Un año después, en España y en la misma
casa de discos, salía el esplendoroso Veneno (de Kiko Veneno y los hermanos
Amador), tan revulsivo en su momento y plenamente vigente todavía.
No
sé si las portadas (la original y la que hubo que hacer a toda prisa por
imposición de la censura postfranquista) son un homenaje a Berg o, simplemente, el
fruto espontáneo inducido por las sustancias que flotaban en el aire. En
cualquier caso, también fueron excelentes.
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