La linotipia y todas las demás máquinas le habían robado el alma a la página. Antes las líneas de texto se componían, decía siempre, moviendo las manos como un director de orquesta. Eran unas líneas melódicas, añadía invariablemente, por si acaso su oyente no había captado el paralelismo con la música.
Ahora ya no hacía falta talento alguno. Solo pulsar letras y palabras en un teclado. Él era lo bastante joven cuando se introdujo aquella nueva tecnología y la podría haber aprendido con facilidad. Pero se había negado. El hombre se había convertido en la máquina de la máquina. Él presentaría batalla."(...)
Hernán Díaz. Fortuna. Traducción de Javier Calvo. Anagrama, 2023.
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