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F.G. El orden y el concierto. 08.2020. |
(…) "Hubo unas pocas excepciones de empleados varones en la oficina de mi mamá, y, al igual que en mi casa, creo que yo fui el primero en infringir esa regla no escrita en ninguna parte, pero muy sabia, que dice que el mundo funcionaría mucho mejor si solamente lo gobernaran mujeres. En todo caso, durante las vacaciones del colegio, y pese a ser hombre, mi mamá me contrataba para ayudar en la redacción de cartas, informes y actas en un ficticio «Departamento de Informes y Correspondencia». Allí, escribiendo cartas de negocios, redactando circulares de consejos y protestas, lidiando con asuntos escabrosos (excrementos de perros, adulterios descubiertos, borracheras musicales, exhibición de órganos erectos en ascensores y ventanas, mariachis a las cuatro de la mañana, mañosos parranderos en plan de conquista, hijos atracadores de familias patricias e hijos drogadictos de parejas puritanas), puliendo esquelas de pésame y memoriales de renuncia, tuve el más largo y difícil entrenamiento de mi oficio de escribidor. |
F.G. Los signos de puntuación. 08.2020. |
Algunos amigos y amigas mías (Esteban Carlos Mejía, Maryluz Vallejo, Diana Yepes, Carlos Framb), que después escribieron libros también, pasaron por esa especie de noviciado en el «Departamento de Informes y Correspondencia» de la empresa de mi mamá, empresa que ella quiso bautizar, en su vena feminista, como «Faciolince e hijas», pero que mi papá exigió que se llamara «Abad Faciolince Limitada», para que no nos dejaran ni a él ni a mí por fuera, tal como parecía ser el plan de las mujeres de la casa."(…)
Héctor Abad Faciolince. El olvido que seremos. Alfaguara. 2006. |
F.G. Las tramas. 08.2020. |
De todo se aprende. Todo acaba sirviendo. Todo encuentra su momento.
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