Luis Eduardo Aute de paseo con una de sus múltiples quimeras. Foto de Jorge Cano. |
Luis Eduardo Aute en 1985 |
Recordaré siempre su último concierto en Logroño, también en tiempos convulsos, en el Bretón: brillante, delicado, generoso, sutil, entregado, incansable, sin ninguna prisa, tan a gusto, tan locuaz, confidencial, amistoso. Como “enmimismado”, que decía él, ensimismando a la entregada audiencia. El seductor de siempre lo había conseguido otra vez.
Y nada más.
El niño Luis Eduardo en Manila. |
Se ve que le querías.Yo casi ni le conozco
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