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Edward Weston. Los changos vaciladores. 1926. |
El idioma está vivo y no para de enriquecerse. Desde la semana pasada hemos añadido al acervo común la expresión "hacerse un Rajoy", que sería la calaverada por la que uno se encierra en el reservado de un restaurante durante ocho horas con los compinches más próximos para pimplarse unas botellas y chafardear sobre el futuro, cantando o sin cantar, y desatendiendo mientras tanto las ineludibles obligaciones de cada cual.
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Olivia Cospedal, clamando al cielo. |
Es más grave si se complementa haciéndose un "simpa" colectivo, prueba de velocidad en la que la cofradía parrandera se da el piro sigilosamente sin retratarse ante el camarero para pagar la deuda del considerable destrozo.
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La ida del humo. |
La familia Trapisonda, un grupito que es la monda
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