martes, 20 de febrero de 2018

María Mezcle, sin trampa ni cartón

María Mezcle.
El flamenco es una de esas músicas en las que una actuación en directo supera casi siempre a las grabaciones discográficas, sometidas con demasiada frecuencia y cada vez más a los cambiantes gustos de la efímera moda, o a la búsqueda del incierto éxito comercial por parte de la compañía editora o al gusto no siempre acertado del productor artístico, que o no da en el clavo o directamente se pierde en la labor y hace naufragar al artista y su proyecto entre los medios del estudio. Pero el directo es otra cosa: sin trampa, sin cartón y por derecho. Y así compareció el pasado jueves en el salón de columnas del Teatro Bretón la cantaora María Mezcle, excelentemente acompañada por el guitarrista Paco Cortés, y en estado de buena (y avanzada) esperanza. Y con muchas ganas. ¿Para qué más?
Felipe Pedrell. Recopilación de "cantos andaluces". 1905. 
Empezó María Mezcle muy valiente por tonás y cantes de trilla, con un arrojo sorprendente, presentando su poderío y cualidades por todo lo alto, en plenas facultades y sin amplificación, con detalles preciosos de vibrante fragilidad en los momentos de afinar y templar la voz. Siguió con una farruca llena de musicalidad, con una dicción clara, limpísima, ralentizando el compás  hasta aproximarla a los tangos. Después una bulería por soleá en la que la compenetración entre cantaora y guitarrista se hizo maravilla desde la larga presentación y pasando por cada uno de los cambios y falsetas hasta el apoteósico final. Continuó con cantes de Cádiz, muy contenidos al principio para ir creciendo en ambición y entrega, llena de gracia y chispa, acordándose, para homenajearlos, de Pericón, Chano, La Perla y los cantaores antiguos. Cortés, como siempre, derrochó imaginación, elegancia, variedad, virtuosismo y compás, mucho compás. Después afrontó una larga colección de seguiriyas, preciosas desde los quejíos  iniciales -trenzados con la luminosa entrada de la guitarra-, dolientes, con sabor antiguo, muy largas, dramáticas, llenas de variantes e imaginación y alardeando de capacidad melismática y arrojo. ¡Qué valor! ¡Y qué falsetas!
Paco Cortés.
Tras unos punteos de presentación muy morunos, cantó María una larguísima tanda de tangos granaínos por los que fueron pasando las creaciones de la tía Marina Habichuela, Morente y La Repompa, llenos de gracia sensual y compás, siempre muy gitanos, como aprendidos en plena zambra con total naturalidad. Destaco de entre muchas otras una preciosa letra: “A la orilla de un rio / yo estoy lavando / y al compás de las aguas / canto mis tangos. / ¿Qué tiene el agua? / ¿Qué tiene el rio? / No sé que tiene tu cara / que a mí me quita el sentío.” A Paco Cortés se le sentía, ciertamente, tan a gusto como en casa, y María Mezcle cerró la serie como la empezara, incitando al personal con aquello de “Para que veas que yo a ti te camelo / coge la senda y vente p´acá.” Un insinuante paréntesis “de ida y vuelta”, cabría decir.
Lucien Clergue. Gitanos.
El concierto siguió creciendo hasta el final con un amplio surtido de muy variadas bulerías, muy festeras, llenas de intención, “cupleteando” con solvencia y atreviéndose a bailar (muy bien) mucho más allá de lo que pareciera razonable en su estado, desafiando simultáneamente a la fuerza de gravedad y a tan avanzada gravidez. La serie de bulerías fue tan rica que cupo entre ellas hasta un fandango (“(Lo supe por un almendro) / Que la apariencia engañaba, / que echaba blancas las flores / y almendras que me amargaban / como amargan tus amores.”) y Cortés volvió a derrochar ritmo y compás, seguridad y lucidos adornos.
Para terminar, María Mezcle volvió al escenario para regalarnos la bulería de su bisabuelo Mezcle, recreando muy bien cantadas unas coplas zumbonas y graciosas, pura chufla, con su puntito cruel y “malafollá”, para que no faltara de nada.
Sevilla. Una juerga. de la serie Costumbres andaluzas.
Una buena noche de flamenco. Vivo y directo. Sin trampa ni cartón. Y con muchas ganas. 


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1 comentario:

  1. Hola Francisco! Muchas gracias por la crónica, muy bonita. Fue un gran disfrute para mí. Un abrazo

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