lunes, 6 de noviembre de 2017

Latido y aliento


De la mano de la compañía Ultramarinos de Lucas hemos disfrutado en el festival de teatro de Logroño de la enésima versión de Romeo&Juliet, la “excelente y lamentable” tragedia construida y escrita por Shakespeare hace cuatro siglos a partir de la acumulación de situaciones y viejas historias enraizadas en el acervo cultural paneuropeo. La adaptación, esencialmente, ha consistido en desmontar tan precioso juguete dramático y poner todas sus piezas sobre la espalda y la capacidad comunicadora de Jorge Padín, un actor excelente que, como competente bululú, interpreta todos los personajes de la obra y les añade el del omnisciente narrador que describe ambientes, precisa acotaciones y, cómplice, señala y previene al respetable público de la que se avecina en la vertiginosa deriva desde la enredada comedia hasta tan tremebundo desenlace. Por si fuera poco, afronta el arranque de la función como locuaz pedagogo camuflado que describe el mundo teatral de la época y los valores del ritmo y la rima, de la música y la poesía, latidos cordiales que siempre vivifican la mejor literatura, especialmente si ha sido concebida para ser representada.

La adaptación colectiva, de carácter “sumarísimo”, ha sido dirigida por Juan Berzal y conserva los mejores valores del texto original, su profunda humanidad, la construcción de los personajes, llenos de verdad y pasión, conservando sus voces individualizadas perfectamente reconocibles a pesar de la arriesgada estilización a que han sido sometidos. Se ha buscado la atención del auditorio con un lenguaje directo, coloquial, lleno de guiños y complicidad, un logro especialmente meritorio si se parte de la arriesgada escasez material del teatro pobre, con una utilería elemental de la que se ha obtenido un rendimiento extraordinario, construyendo una especie de eficaz sinécdoque en la que los personajes se hacen presentes por fragmentos de su vestuario o por los objetos que los caracterizan.

Aunque el espectáculo podría funcionar perfectamente desprovisto de iluminación o de espacio sonoro, ambos trabajos son excelentes y subrayan eficazmente los valores de la interpretación de Padín, el humor y el dramatismo, la ternura y la pasión, y la limitadísima escenografía (una mesa que puede ser consecutivamente escenario principal, salón de baile, lecho nupcial o catafalco, y una doble celosía que funciona como ámbito privado en el que las dos familias cultivan las viejas heridas que han heredado generación tras generación) ponen de manifiesto la sabiduría de una compañía justamente reconocida por sus singulares méritos en el teatro de objetos y marionetas.
En la adaptación se ha reservado amplio espacio para las escenas no escritas, construyendo largos silencios que sirven para, a través del trabajo gestual de Padín, apreciar adecuadamente el aliento vital que hay en las transiciones del amor al odio, de la alegría a la muerte, y para que las manos y los objetos hablen elocuentemente.


En mi opinión, se produce cierto desequilibrio en el desenlace del espectáculo a partir de la aparición en escena de fray Lorenzo: hay un brusco cambio de ritmo, el tempo se ralentiza en exceso y el narrador soporta una presencia tan abundante como innecesaria, puesto que el público sabe perfectamente lo que allí está pasando: lo está viendo, lo ha visto otras veces y esa parte de la tragedia forma parte, muy probablemente, de su propio imaginario teatral. Aunque seguramente esta es una opinión de viejo, y la intención de la excelente versión de Ultramarinos de Lucas esté guiada por el afán de informar y formar a su público potencial prioritario, esencialmente juvenil, que quizá se enfrente a esta historia (y al teatro en general) por primera vez. Si es así los jóvenes espectadores han tenido suerte, porque esta función es de las que crean afición, de las que demuestran que hay formas de disfrute y conocimiento que solo las proporciona el teatro. 
Todas las fotografías, de Marian Useros, proceden de la web de Ultramarinos de Lucas.

3 comentarios:

  1. Aliento ofrecen tus palabras en miracomosuena, blog-espacio para hacer eco nuestros latidos. En Ultramarinos de Lucas, jugando sobre el escenario, entendemos que nuestras puestas en escena se moldean con el público, con el tiempo, son algo vivo e imprevisible. Por eso, agradecemos tanto que compartas tus ojos y tus oídos. Y estas palabras tuyas que hoy leemos nos ayudan a crecer. “Fail again, fail better” decía Don Samuel Beckett.

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