lunes, 7 de abril de 2014

Antonio Reyes, templando el cante



Antonio Reyes.









La sintonía fructífera entre un cantaor y su guitarrista es algo que se da por supuesto, pero pocas veces traspasa (al margen de las miradas) el ajado protocolo de los saludos de reconocimiento posteriores a cada cante. En el concierto de Antonio Reyes y Antonio Higuero hubo auténtica pasión cómplice y recíproca, desde los jaleos constantes y entusiastas del guitarrista hasta el regalo del protagonismo en la letra de un tango por parte del cantaor. Una buena relación musicalmente provechosa para ambos, sin duda.
Antonio Reyes es un cantaor peculiar, porque, aunque no tiene una voz tan poderosa como la de aquellos que le inspiran (Caracol, Mairena, Camarón,...), le saca -a fuerza de flexibilidad, oficio y conocimiento cabal del cante- un gran partido, que es reconocido y valorado por el público. Tiene buen gusto y mucha musicalidad, y el talento para armar un repertorio donde prueba lo que vale y en el que se aprecia todo lo que lucha por demostrarlo.



 Tomás Sanz. Sevilla. Una juerga. Tarjeta postal. Circa 1920.

Con el permanente aroma de la bahía de Cádiz, cantó unas reposadas alegrías; una soleá valiente, muy bien rematada; unos tangos "mestizos" -con sus tientos, su poquito de zambra "paquera" con la cita de las noches sin luna, su recuerdo canastero para el santificado Camarón, para acabar muy bien con un fandango- que acertadamente ligó a la farruca de Manuel Torre -con el homenaje explícito a Antonio Mairena-. Después, una seguiriya intensa, cargada de emoción; unas bulerías en las que cupo toda la bahía -y en ella la Salvaora, Quintero, León, Quiroga, Caracol y Lola Flores-, para terminar con tres fandangos de mucho efecto melismático, y, de regalo, unas tonás en las que echó el resto para agradecer el entusiasmo del respetable.



Cartel de Embrujo, dirigida por Carlos Serrano de Osma.
1947.
Antonio Higuero, copartícipe del éxito, lo hizo todo bien, destacando, para mi gusto, en las seguiriyas (con una espectacular entrada y gran variedad de eficaces recursos expresivos), en las falsetas de la soleá y las bulerías, y en la honda sobriedad de los fandangos.
Antonio Reyes, en el afán de potenciar sus recursos vocales, juega con el tempo -ralentizándolo lo justo-, y con los cambios de altura melódica para lograr el mejor resultado. Ese es un gran mérito que hay que reconocerle, porque es un mérito de verdadero artista: obtener los mejores resultados de la paleta que uno tiene, sacarle el mayor rendimiento posible. Y, curiosamente, el resultado mejor lo obtiene en los cantes más exigentes.


Grupo de aficionados. Málaga, circa 1910.
Hubo en este concierto otra atractiva curiosidad, sobre todo por la profusión, variedad y acierto con que la administró Antonio Reyes: es lo que los musicólogos llaman "tarabilla" o "glosolalia" (lenguaje ininteligible compuesto por palabras inventadas y secuencias rítmicas y repetitivas): un largo repertorio de tirititranes, lalarelos, trantrantrantrantreiros, tiritiritiriayays, laralaralalirolarilolalás, oleoleoleolés, y así sucesivamente, en unos casos sencillos recursos para templar, entonar y afinar, otras veces llamadas de atención o jondos quejíos, pero siempre singulares formas expresivas de un arte único, el flamenco, que Antonio Reyes engrandece.

Antonio Reyes
Salón de Columnas del
Teatro Bretón. Logroño.
Jueves Flamencos.
3 de abril de 2014.


Otras crónicas de los Jueves Flamencos de 2014 en miracomosuena:
Estrella Morente
José Valencia
Rocío Márquez
Vicente Soto "Sordera"

No hay comentarios:

Publicar un comentario