Ute Lemper. Foto de Paul Masey. |
Neruda fue, desde siempre y en muchas latitudes, un poeta que tuvo suerte con los músicos y los cantantes. Muchos, y no solo del ámbito de la lengua española, recurrieron durante décadas a sus poemas o a sus adaptaciones a otros idiomas como materia generadora de sus canciones. Entre mis favoritos de siempre está la obra que Mikis Theodorakis compuso a partir del Canto General -¿cómo no acordarse de Maria Farantouri cantando aquello de la “arcoirisiada crestería” y aquello otro de "Aquí viene el árbol, el árbol de la tormenta, el árbol del pueblo"?
Últimamente parece que no tiene tanto predicamento, y quizá se deba –más que a los cambios de gusto poético y sonoro, o a cuestiones meramente estéticas- a la desmovilización general que padecemos: una especie de estado de confusión mental en el que lo que podríamos llamar (para entendernos) “la izquierda” se olvida o reniega de sus valores propios (sus intereses colectivos) para dedicarse a hacerle el caldo gordo a las burguesías locales, a cultivar "identidades" y a engordar al nacionalismo mendigando un lugar al sol. Una pena.
Pablo Neruda en Isla Negra. Foto de Luis Poirot. |
Ute Lemper cantó las doce canciones que ha musicado a partir de poemas de Los versos del Capitán, Residencia en la tierra y el Poema XX de los de amor, algunos en adaptaciones al inglés o al francés y otros en sus versos originales, y las cantó en un español que algunos han criticado por incomprensible, lo que es mucho decir. Hay, afortunadamente, más de un sonido del español, como los hay del inglés o del alemán, y ese tipo de comentario es, además de injusto, desagradecido, porque no estamos tan sobrados de acercamientos foráneos a nuestro patrimonio común. Sobre todo de acercamientos con el nivel de exigencia y cariño que demuestra Ute Lemper.
Las composiciones musicales reflejan ecos admitidos de los gustos personales de la artista, y ahí aparecen retazos de Astor Piazzolla (quizá los más frecuentes e identificables, por la asimilación de la idea sonora latinoamericana a la sonoridad omnipresente del bandoneón), de Erik Satie, de Leo Ferré, de Jacques Brel, de Kurt Weill o de Joseph Kosma-Jacques Prevert, y su paleta interpretativa recurrió a sus fuentes habituales incrementadas con el color de Ella Fitzgerald, la intención y "técnica" vocal de Tom Waits y el desgarro “blanco” de Janis Joplin. Una mezcla tan sorprendente como eficaz.
Ute Lemper se mostró en un estado de forma magnífico, tanto en lo físico como en lo vocal: una atleta con la agilidad y precisión de movimientos de una velocista de medio fondo, pero con la elegancia de la Hera de Samos.
Korè de Samos. 570 a.C. Museo del Louvre. |
Superó las dificultades del idioma y fue dando información precisa para que el público estuviera cómodo y se sintiera atendido. Algo que se echa mucho en falta por estos lares, donde hasta los mejores profesionales divagan (y naufragan a menudo) entre la coba al público y el lugar común.
La puesta en escena resultó impecable -aparentemente sencilla, perfecta en lo relativo al diseño de luces y sonido- y con seis excelentes músicos que crearon los variados ambientes que requería el repertorio. Todo discurrió conforme a lo previsto por quien lo diseñó, porque, evidentemente, ahí había una puesta en escena precisa. Y parte del mérito es que pasara desapercibida.
El público, en un puro embeleso, respondió a cada estímulo valorando el mérito y el esfuerzo, con más generosidad que algunos críticos.
Ute Lemper. |
Completó el recital nerudiano con algunas aportaciones del repertorio con el que más se la identifica, procedentes del music-hall y del cabaret y cantadas en alemán y en inglés: ahí aparecieron Marlene Dietrich, el tandem Brecht-Weill y las producciones de Bob Fosse con música de Ralph Burns. De nuevo, magistral
En resumidas cuentas: un lujo que, lamentablemente, no fue entendido así por los que se lo perdieron, desatendiendo la oportunidad de acudir al acontecimiento que llega a la ciudad.
Hay que estar más atentos, porque la ocasión la pintan calva.
Ute Lemper
Poemas de amor de Pablo Neruda
Teatro Bretón. Logroño
26.04.2014
(Publicado en Rioja2. 03.05.14).
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