Conforme se va generalizando el uso de la mal llamada inteligencia artificial se aprecia que los escritos que genera, cualquier tipo de escrito, son cada vez más largos, previsibles y llenos de innecesarias referencias culteranas traídas por los pelos sin venir a cuento para hinchar el perro, para que aunezca la cosa.
Se nota el salto al vacío y la vuelta a las andadas cuando llegan a la conclusión, libre de algoritmos y sometida exclusivamente a la real gana, al mero interés personal del plumífero, al patético “como queríamos demostrar”.
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