lunes, 11 de mayo de 2020

El escultor Félix J. Reyes saca a la luz sus nuevos dibujos

Félix J. Reyes. En el camino. 2017. 15,5 x 23 cm.
Félix Reyes ha contado muchas veces que su pasión por la creación artística se produjo en su temprana adolescencia en Las Palmas, en la isla de Gran Canaria, cuando un día vio a través de la ventana de la Academia Municipal, desde la calle, cómo el viejo profesor Abraham Cárdenes transformaba la materia informe en belleza cargada de expresión y capaz de comunicar. Con él aprendió el oficio trabajando, y empezó a conocer, utilizándolos, las posibilidades de los materiales. 

Félix J. Reyes. Peregrinación. 2018. 23 x 15,5 cm.
Modelar, esculpir y tallar, primero en ese aprendizaje de proximidad y luego en la facultad de Bellas Artes y a lo largo de su dilatada actividad profesional, se convirtieron en el hilo conductor y la razón de su fecundo camino creativo. En un segundo plano, ligado como sombra imprescindible, también estaba, necesariamente, el dibujo, no como técnica para buscar un resultado estético final sino como instrumento, como procedimiento, como vehículo de análisis hacia lo tridimensional, hacia lo corpóreo, hacia el volumen.
Félix J. Reyes. Hoja de cuaderno I. 2020.
Estos días raros he tenido la oportunidad de conocer una amplia selección de los dibujos de Reyes, y se aprecian en ellos diferentes intenciones: por una parte lo que podemos llamar “bocetos instrumentales”, que agrupan el estudio de detalles o esquemas de composición, apuntes, la superposición repetitiva de fragmentos o el planteamiento general de obras complejas; y después están los más recientes, compuestos con otra intención, con otra ambición, más rigurosos, finalistas, con vocación de “arte mayor”. Hoy hablaré de estos últimos. 
Félix J. Reyes. Ausencias I. 2016. 139 x 100 cm.
Pienso que su renovado interés por el dibujo en esta última etapa es un acierto estratégico porque esa técnica se demuestra en sus manos perfectamente válida para recrear -e incluso desarrollar- su mundo poético personal, partiendo de un imaginario plenamente reconocible al que añade nuevas posibilidades formales y valores narrativos, aportando placer y vuelo a su imaginación a la vez que le libera de las gravosas exigencias materiales, físicas y económicas de los procedimientos escultóricos. 

Félix J. Reyes. Ausencias II. 2016. 139 x 100 cm.
El dibujo le facilita dar cabida a sus nuevas inquietudes y desafíos, dando salida a su entusiasta pulsión a través de una dinámica que tiene mucho de experimentación y ejercicio de exigente autoaprendizaje, y le permite acoger cómodamente tanto a los viejos “fantasmas” y personajes que habitan su mente creadora como a los nuevos invitados.
Sus dibujos recientes son un claro reflejo del fructífero trabajo de toda una vida esencialmente dedicada a la escultura. En estos se plasma su dominio del volumen, del espacio y la perspectiva. A través de ellos demuestra su control del equilibrio compositivo y la “profundidad de campo”, y su proverbial capacidad escenográfica, de “puesta en escena”. 


Félix J. Reyes. En el camino. 2020. 25,7 x 19,7 cm.
Creo que esos juegos de luces y sombras tan acentuados, tan dramáticos, con esa posibilidad de “cerrar la escena” y fijar definitivamente una situación, han tenido que ser muy gratificantes para un creador como Reyes, que siempre ha combatido por ocupar y hacer suyo cualquier espacio en el que ha expuesto. 
Y en el fondo de esos dibujos, como cabía esperar, orgullosamente agazapada, pervive la añoranza por la materia, por la madera, que se manifiesta en cuanto puede, aprovechando a favor del dibujo las cualidades brutas que aporta el soporte, el tablero, y sacando del nuevo recurso todo lo que pueda leerse como textura, como pátina, consiguiendo contrastes que aportan profundidad (en definitiva, volumen) y resultados muy táctiles, atractivos, sensuales, inquietantes. 
Félix J. Reyes. Ausencias III. 2019. 110 x 75 cm.
En estos dibujos perviven sus tradicionales temas de interés (las mujeres, los grupos dinámicos, las conversaciones,…) y, al contrario que en las últimas series de esculturas, hay en ellos más carnosidad, cuerpos rotundos, sensuales, en unas obras llenas de sombras, de presencias ausentes, de ausencias presentes, evocaciones del propio pasado y en ese sentido “narrativas”, pero a la vez llenas de secretos, más íntimas, todavía más personales. 
Estas obras me recuerdan (desde muy lejos, eso sí) a los desnudos surrealistas de Paul Delvaux, por lo que tienen de inquietantes, de oníricos, porque ocultan más que sugieren, y a los desnudos neoclásicos de Ingres, tan escultórico siempre, tan rotundo, tan equilibrado, cargado de tenso dinamismo; más evidente, por su relación con varias de sus mejores esculturas, especialmente las concebidas como murales, es la pervivencia de su gusto “esencialista” que enlaza con las corrientes arcaicas y primitivistas. 
Félix J. Reyes. En el camino. 2019. 110 x 75 cm.
Hasta aquí las impresiones, y a partir de ahora las dudas. Estos dibujos, ¿son “arte final”, como parece indicar su perfección formal, su minucioso acabado, su gran formato en algunos casos, su soporte duradero, o son el paso intermedio y necesario de futuros desarrollos, ligado, por ejemplo, al interés reciente de Reyes por las esculturas de pared? ¿Son complementarios de otros trabajos o plenamente autónomos? ¿Formarán parte de sus series conocidas o acabarán formando otras nuevas? 
Qué suerte, tener tantas opciones abiertas a estas alturas de una carrera artística. 

Félix J. Reyes. La luz y las tinieblas. 2017. 25 x 20 cm.
En un artista de la fructífera coherencia de Félix J. Reyes estos dibujos nos llevan al mito recogido por Plinio el Viejo en el que una muchacha de Corinto, con la intención de hacer perdurable el recuerdo de su amante, marcó con un trozo de carbón su perfil en la sombra que su cabeza proyectaba sobre una pared de la habitación. En ese acto de amor estaría el origen del dibujo, pero también el de la escultura, ya que la silueta fue rellenada más tarde con una capa de arcilla y cocida en el horno para hacerla permanente. Los dibujos de Reyes, curiosamente, han llegado después de las esculturas, y a veces parecen ser no solo la recreación de las historias de su larga vida personal sino también lo que perdura en su recuerdo de aquellas esculturas en las que concretó esos afectos y a las que poco a poco fue dejando marchar. 
Las vueltas que de la vida.
Félix J. Reyes. Figuras femeninas. 2020. 21,5 x 38,5 cm.

6 comentarios:

  1. Qué pasada!! El escrito es maravilloso, no se si soy merecedor de tan buenos elogios, pero se agradecen. Una cosa es cierta: el dibujo abre nuevas posibilidades para expresar mejor una idea, porque queda libre de la carga que tiene la materia. La mayoría de dibujos son para fijar una idea escultórica, pre-bocetos, y otros por estudiar o ver otras posibilidades expresivas, el dibujo por el dibujo. Gracias, querido amigo, porque todo eso dicho por ti adquiere un valor extraordinario. Un abrazo muy fuerte. Y por favor cuídate. Un beso de los dos para los dos. Se os quiere.

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    1. Deseando hablar cuanto antes largo y tendido, sin máquinas de por medio. Un abrazo

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  2. Félix, tu obra me emociona, trasciende a la pura estética.
    Doy mi enhorabuena a Francisco Gestal por reflejar con tanto acierto y minuciosidad , el espíritu, la intención, la expresividad y la subjetividad artística, ya reconocida, de Félix Reyes.

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    1. Gracias, Isabel. Es fácil trabajar con Reyes. Vuelve cuando quieras.

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  3. Confieso, con cierta vergüenza, que he conocido la obra de Félix Reyes tarde, muy tarde. Apenas por referencias de buena gente cercana, y más recientemente en la sintética exposición "Memoria", en el Museo de La Rioja, a principios de año.

    Recuerdo bien, muy bien que, al placer de escudriñar los ángulos, perfiles e intimidades de sus grupos humanos, tan solemnes en su presencia como cercanamente poéticos en las historias que sugieren, se sumaban con igual emoción para mí los relatos personales con que Félix Reyes completaba las piezas y que, en sí mismos, constituían, creo, parte indisoluble de las obras, y no una simple apoyatura nominativa -tan frecuente, por desgracia-, a un nivel equivalente en poder evocador y recorrido emocional que las imágenes y volúmenes que acompañan.

    De la pieza "El Camino" recupero el siguiente extracto: "Saber que no estás solo, el caminar despacio, disfrutando de cada paso, y compartiendo lo que vas recogiendo".

    Casi nada.

    Espero tener la oportunidad de recuperar el tiempo no disfrutado en conocer la obra de Félix Reyes, más y mejor. 

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  4. Dibujos de Félix J. Reyes.
    Dibujos oscuros, profundos, sugerentes. Llenos de silencio y a la vez de conversaciones sosegadas. Llenos de ausencias y presencias calladas. Místicos. Percibo en ellos el aire de Juan de la Cruz. "Noche amable más que el alborada". Félix bien sabe la fonte que mana y corre aunque sea de noche.
    Ese manantial está en su inmensa sabiduría, escondida en su alma creadora.

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