Andrés Nagel. Serie de obras dedicadas al jazz. Museo de BB.AA. de Bilbao. Fotos de F.G. 12.2015. |
En España, fuera de las grandes ciudades, el jazz “en provincias” tiene escenas locales bastante parecidas. En el caso de Logroño y La Rioja se caracteriza por un abundante número de grupos con bastante permeabilidad y miembros intercambiables, y unas cuantas citas estables, (los festivales de Ezcaray, Munilla, Alcanadre y Arnedo, y los dos ciclos de Logroño, el de Cultural Rioja en el Teatro Bretón -que continúa desde 2001 el largo camino que inició el Ayuntamiento en sus lejanas colaboraciones con la O.C.A. del Ministerio de Cultura y con el Festival de Madrid-, y el que ha recogido el Biribay Jazz Club tras el largo periplo del Café El Viajero, además de un puñado de actuaciones esporádicas.
En cuanto al aprendizaje, más allá de la repetición autodidacta hay posibilidad de formarse en escuelas y conservatorios, ampliando estudios y horizontes en Musikene o en el Pablo Sarasate, o más allá según los intereses y las posibilidades de cada cual. Y hay también un grupo de aficionados considerable, pero que no llega a ser suficientemente amplio como para producir un salto cualitativo en la consideración pública e institucional y en la atención prestada por los medios de comunicación.
En ese difícil (por reducido y por árido) terreno de juego resulta imposible la profesionalización, y bastantes de los músicos permanecen ligados a la enseñanza, lo que supone claros inconvenientes pero evidentes ventajas, como mantenerse en contacto con los jóvenes y la información permanentemente renovada. Los que, contra viento y marea, siguen adelante y “mantienen la llama”, tocando donde son requeridos y autoeditando sus discos, son, decididamente, admirables. Sin duda merecen más ayuda -o al menos que se les pongan menos trabas- y eso se puede hacer de muchas maneras, entre otras facilitando la posibilidad de actuaciones en clubs y cafés y reduciendo el IVA de las entradas a un nivel civilizado.
La sesión del pasado jueves se organizó como tres conciertos independientes y continuados de algo más de treinta minutos cada uno, sin más interrupción que la mínima necesaria para realizar los imprescindibles cambios.
Empezó el trío que ha formado el batería Jorge Garrido para recrear –en su disco Vintage- el repertorio de Thelonious Monk. Al carecer de piano el esfuerzo principal y el brillo recayeron sobre el saxofonista Alberto Arteta, que tuvo que hacer a la vez de Monk y de Charlie Rouse. Los arreglos de Garrido investigan en las inagotables posibilidades de temas todavía crípticos, llenos de misterio (Green Chimneys, Think of one, Brilliant corners, Bright Mississippi,...), propicios por igual para grandes improvisadores y para baterías y contrabajos imaginativos y flexibles, proclives al cambio de ritmo, como el propio líder y Marcelo Escrich.
Continuaron Javier López Jaso & Marcelo Escrich Quartet, que tocaron temas de su disco Pagoda compuestos por el acordeonista (Un paseo con Astor, Vals 2016) y el contrabajista (Casimiro, 5 grados Brix). Fue una actuación llena de dinamismo y color, muy rica melódicamente, a la que cada uno aportó sus notables capacidades y el fruto de sus reconocibles gustos. El dominio del acordeón de López Jaso -su sensibilidad y su brillo- fueron muy bien complementados por la guitarra de Luis Giménez, y la complejidad rítmica elaborada por Escrich encontró en el excelente batería Daniel Lizarraga a su adecuado cómplice. Cerraron de manera espectacular con una preciosa versión -reconocida con merecidos premios en otros festivales- del Libertango de Astor Piazzolla, cuya actitud y emotividad sobrevoló toda la actuación.
La noche acabó con Ulrich Calvo y su Jazz Quartet, liderado por el talentoso guitarrista y compositor que le da nombre y marca de forma precisa su ecléctica dirección. De su mano llegaron los sonidos más contemporáneos, muy en la onda de los grandes guitarristas norteamericanos (más Bill Frisell que Pat Metheny, seguramente, aunque también John Scofield), muy interesado en la claridad de las melodías pero sin renunciar a enriquecer su limpio fraseo con efectos y pedales. La música de Ulrich Calvo resulta sofisticada y muy descriptiva, de horizonte amplio y siempre brillante. Como intérprete estuvo impecable (Solete, Dreams, Hang Open) y dejó espacio de lucimiento a Alberto Arteta en los desarrollos melódicos (especialmente bien en Loop mind y Hang Open, con su agilidad hard bop, incluida una cita de Monk) y siempre a la sección rítmica, con Kike Arza al contrabajo (excelente en Anita) y Daniel Lizarraga a la batería, a punto en todo momento.
Si nos atenemos a las flores recíprocas que se dedicaron los grupos -y en las que se fue buena parte del escaso tiempo previsto para sus intervenciones-, podríamos deducir sin riesgo que los músicos se llevan bien y se aprecian.
"Jazz de aquí y de ahora"
En ese difícil (por reducido y por árido) terreno de juego resulta imposible la profesionalización, y bastantes de los músicos permanecen ligados a la enseñanza, lo que supone claros inconvenientes pero evidentes ventajas, como mantenerse en contacto con los jóvenes y la información permanentemente renovada. Los que, contra viento y marea, siguen adelante y “mantienen la llama”, tocando donde son requeridos y autoeditando sus discos, son, decididamente, admirables. Sin duda merecen más ayuda -o al menos que se les pongan menos trabas- y eso se puede hacer de muchas maneras, entre otras facilitando la posibilidad de actuaciones en clubs y cafés y reduciendo el IVA de las entradas a un nivel civilizado.
La sesión del pasado jueves se organizó como tres conciertos independientes y continuados de algo más de treinta minutos cada uno, sin más interrupción que la mínima necesaria para realizar los imprescindibles cambios.
Empezó el trío que ha formado el batería Jorge Garrido para recrear –en su disco Vintage- el repertorio de Thelonious Monk. Al carecer de piano el esfuerzo principal y el brillo recayeron sobre el saxofonista Alberto Arteta, que tuvo que hacer a la vez de Monk y de Charlie Rouse. Los arreglos de Garrido investigan en las inagotables posibilidades de temas todavía crípticos, llenos de misterio (Green Chimneys, Think of one, Brilliant corners, Bright Mississippi,...), propicios por igual para grandes improvisadores y para baterías y contrabajos imaginativos y flexibles, proclives al cambio de ritmo, como el propio líder y Marcelo Escrich.
Continuaron Javier López Jaso & Marcelo Escrich Quartet, que tocaron temas de su disco Pagoda compuestos por el acordeonista (Un paseo con Astor, Vals 2016) y el contrabajista (Casimiro, 5 grados Brix). Fue una actuación llena de dinamismo y color, muy rica melódicamente, a la que cada uno aportó sus notables capacidades y el fruto de sus reconocibles gustos. El dominio del acordeón de López Jaso -su sensibilidad y su brillo- fueron muy bien complementados por la guitarra de Luis Giménez, y la complejidad rítmica elaborada por Escrich encontró en el excelente batería Daniel Lizarraga a su adecuado cómplice. Cerraron de manera espectacular con una preciosa versión -reconocida con merecidos premios en otros festivales- del Libertango de Astor Piazzolla, cuya actitud y emotividad sobrevoló toda la actuación.
La noche acabó con Ulrich Calvo y su Jazz Quartet, liderado por el talentoso guitarrista y compositor que le da nombre y marca de forma precisa su ecléctica dirección. De su mano llegaron los sonidos más contemporáneos, muy en la onda de los grandes guitarristas norteamericanos (más Bill Frisell que Pat Metheny, seguramente, aunque también John Scofield), muy interesado en la claridad de las melodías pero sin renunciar a enriquecer su limpio fraseo con efectos y pedales. La música de Ulrich Calvo resulta sofisticada y muy descriptiva, de horizonte amplio y siempre brillante. Como intérprete estuvo impecable (Solete, Dreams, Hang Open) y dejó espacio de lucimiento a Alberto Arteta en los desarrollos melódicos (especialmente bien en Loop mind y Hang Open, con su agilidad hard bop, incluida una cita de Monk) y siempre a la sección rítmica, con Kike Arza al contrabajo (excelente en Anita) y Daniel Lizarraga a la batería, a punto en todo momento.
Si nos atenemos a las flores recíprocas que se dedicaron los grupos -y en las que se fue buena parte del escaso tiempo previsto para sus intervenciones-, podríamos deducir sin riesgo que los músicos se llevan bien y se aprecian.
Las más justificadas y merecidas, sin duda, fueron las dedicadas al maestro Miguel Calvo, referidas a su papel singular en la creación y sostenimiento de vocaciones jazzísticas entre los jóvenes aficionados (algo en lo que coinciden -naturalmente- buena parte de los músicos del rock local).
Nobleza obliga.
Jorge Garrido (Monk Trío)
Javier López Jaso & Marcelo Escrich Quartet
Ulrich Calvo Jazz Quartet
JAZZ 2016. Cultural Rioja
Teatro Bretón. Logroño
2 de junio de 2016
Otras crónicas del ciclo JAZZ 2016. Cultural Rioja:
Ernie Watts
Ralph Towner y Paolo Fresu
CMQ Big Band
JAZZ 2016. Cultural Rioja
Teatro Bretón. Logroño
2 de junio de 2016
Otras crónicas del ciclo JAZZ 2016. Cultural Rioja:
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CMQ Big Band
Buenas tardes Francisco, en mi nombre y el de todos los compañeros participantes, queremos agradecer tu generosidad con la crítica que nos has dispensado en tu blog.
ResponderEliminarLa parte que más me gusta es la que dice que nos llevamos todos bien. Es una gran verdad. Además apreciamos con sinceridad el trabajo mutuo porque sabemos lo que cuesta y veo que tú también lo intuyes y lo dejas claro.
Un cordial saludo
Marcelo Escrich
Salta a la vista.
EliminarFue un concierto estupendo y por múltiples motivos.
Ánimo.
Y ¿qué cantan los poetas andaluces de ahora?
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