Cuando una capillita de activistas que a lo largo de toda su vida adulta han hecho de la frialdad y el cálculo los ejes estratégicos de su afán por asaltar cualquier tipo de cielo -académico o político-, se acomoda y afirma sin empacho que "los símbolos y las emociones son lo más importante", y llora sobre el escenario buscando el objetivo de las cámaras a la vez que se parapeta sonriente tras un corazón de atrezzo, hay motivos para echarse a temblar.
Miguel Brieva. Dinero.
Queda justificado (al menos por un rato y quizá sólo para los suyos, aunque ya se verá) el cambio de criterio, la mudanza por interés, el devaneo errabundo y el acomodo a la propia conveniencia.
Caaaambia, todo cambia....
ResponderEliminarSólo les faltaba decir que eran un poco peronistas, y ya lo han dicho.
ResponderEliminarGritos y susurros.
ResponderEliminarQué mal guionista, y qué cara más dura.
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