viernes, 1 de noviembre de 2013

Memento mori


Julio Hontana. Vanitas. (Porcelana de papel y esparto). 2006. Foto F.G.





Está visto y comprobado que el hombre ( "ser animado racional, varón o mujer", como define el DRAE en su primera acepción, y así nos quitamos de farragosos ibarrechismos lingüísticos) es un ser para la muerte.




J.S.Bach.
Cantata BWV 82. Dormid, ojos cansados.
La Chapelle Royale. Dir: Philippe Herreweghe.
Peter Kooy, bajo.

Pamen Pereira. Calavera (parte de la instalación efímera El curso circular de la luz. Santa Lucía de Ocón. 2005 + Tomás de Kempis, "el Kempis". Ensamblaje fortuito y pasajero. Foto F.G.





La muerte, los temores que causa y el dolor que provoca entre los supervivientes ha sido a lo largo de la historia motivo generador de belleza (literaria, acústica y plástica), de inteligencia (de reflexión, de búsqueda de escapatorias, de avances higiénicos y sanitarios), de sentimiento (poderoso motor de evocación, de dolor, de angustia  y compasión)  y de cálculo y beneficio (un montón de iglesias con sus correspondientes rituales y el amplio negociado de actividades diversas).
Calaveritas mexicanas de latón. Foto F.G.



Ante lo irremediable, y mientras llega, poco cabe hacer, pero aún tenemos cierto margen: disfrutar del presente, hacer la vida más cómoda a los demás, demorar dentro de lo razonable (y en lo que esté en nuestra mano) la conclusión, tratar de dejar "la cosa" mejor y más justamente repartida de lo que estaba cuando llegamos y procurar que, cuando nos alcance el desenlace, nos pille libres de ira, calamidad y miseria, y, como pedía el santo Job, "transformada en luz el arpa mía y mi voz en órgano de aquellos que lloran".



Tomás Luis de Victoria.
Officium defunctorum. Versa est in luctum.
Musica Ficta. Dir: Raúl Mallavibarrena.

Ed Ruscha. The End # 58. 2005.

1 comentario:

  1. Aguantan bien estos cadáveres, un año después de su publicación.
    Vida eterna, pura vida.

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