martes, 28 de julio de 2020

Interior día

Teresa Rodríguez.  Fotografía de la exposición "las horas de luz", en el EspacioArteVACA. Viniegra de Abajo. 06.2020.
Hace unos días que Bernardo Sánchez, carísimo amigo, tan sabio como excelente persona y ojo clínico si los hay, escribió para su observatorio en el diario La Rioja (Ojo de buey) y desde su blog Material escolar, una crónica de la visita que hicimos en Viniegra de Abajo a mi exposición "las horas de luz". La agradezco en todo lo que vale, la estudio detenidamente y os la quiero hacer llegar. 
Teresa Rodríguez.  Fotografías de la exposición "las horas de luz", en el EspacioArteVACA. Viniegra de Abajo. 06.2020.
La acompañan e iluminan unas excelentes fotografías de Teresa Rodríguez tomadas en esa misma visita, la mañana de un día de San Bernabé con luz extraña, escasa, húmeda, delicadísima. 
Doy gracias a los dos por tanto cariño, siempre desprendido. Y por las luces compartidas.

El texto se titula Interior día.

"Venimos de unos meses en los que hemos visto moverse la luz en el interior de nuestras casas. En tiempo real. Amanecer y atardecer en cada habitación, de ángulo a ángulo. Ver deslizarse la franja que arrastraba reflejos y sombras en una proyección distinta a cada instante. Con velocidad variable. Sobre la pantalla de las paredes. Sobre los muebles, los libros, las plantas. Sobre nosotros mismos, habitantes cautivos del domicilio. Rutinas de la luz que nunca habíamos peritado en continuidad. Pero que al hacerlo, a veces por la razón más insospechada –y es el caso–, es cuando te das cuenta de cómo la luz explica el drama. Mejor dicho: es el drama. Que trata siempre de un mismo asunto: el viaje desde la aurora hasta el crepúsculo. En lo material y en lo anímico. 
Teresa Rodríguez.  Fotografía de la exposición "las horas de luz",
en el EspacioArteVACA. Viniegra de Abajo. 06.2020.
El arquitecto José Miguel León hablaba hace poco en su blog (laciudadvisitada.blogspot.com) de las ‘casas del alma’. La que fuera primera representación escultórica, podría decirse, de una vivienda; como realizada en un impresora ‘3-D’ de barro o de arcilla, ingeniada hace milenios por las culturas egipcia y mesopotámica. Una maqueta a escala, con todas sus dependencias y caracteres, de una residencia para la eternidad: esa noche a la que conviene mudarse con la hacienda y los bienes tasados y suficientemente descritos. Sin duda, el confinamiento ha agudizado esa percepción anímica de la casa y del tiempo, inmersos como hemos estado en la tarea, única en muchos sentidos, de llegar al final del día. Para reamanecer al siguiente. Yo les animo a que este verano amplíen el arco de la experiencia que supone ligar el tiempo de la existencia de los seres y de las cosas al de la luz –su curso, su vibración, su histórico– llegándose hasta la calle Lavadero en Viniegra de Abajo e internándose en las estancias de la Casa Bernáldez, el espacio que Viniegra Asociación de Cultura y Arte (VACA) ha elegido como razón de su iniciativa y fin. Una razón múltiple: social, arquitectónica, familiar, estética, vital. Pablo Bernáldez lo explica mejor cuando recibe al visitante en su zaguán, acceso a un hueco en el que respiran y laten ciento cincuenta años de resistencia. Y preámbulo del extraordinario y delicadísimo retablo que Pachi Gestal ha distribuido en sus interiores con el título de Las horas de luz. 
Teresa Rodríguez.  Fotografía de la exposición "las horas de luz", en el EspacioArteVACA. Viniegra de Abajo. 06.2020.
No se trata de una exposición al uso. Sino de un viaje, literal, que el visitante habrá de verificar. De una emoción. Tras otra. De un teatro de la memoria filtrado por la luz del día: la que tengas el día en que la visites. Y si la revisitas con otra hora de luz, el viaje será muy otro. Ninguna es mejor: la casa se muestra distinta. Pachi, trabajando a favor de la originalidad del lugar, no altera ni un solo fotón de los que flotan en el ambiente, limitándose –ésa es la cualidad de lo artístico, dar con el limite y obrar en su canto– a evocar las labores y mesteres, tan domésticos como universales, que sustentaron la Casa Bernáldez. Su último uso –quién podía imaginarlo hace un siglo y medio, qué gran triunfo, por tanto– es poético. Sin subrayados, ni nostalgia ni tópicos, sino con transversalidad artística, libertad plástica absoluta e incluso un punto de ironía y humor; con una mirada, en fin, la de Pachi, propia del espectador que a través del arte contemporáneo ha concluido en el aprecio de los materiales básicos, del valor de su pobreza y humildad: el de la piedra, la madera, la tierra, en sus mil formas caprichosas –que el artista atesora y reubica–, bien naturales o artesanales. 
Teresa Rodríguez.  Fotografía de la exposición "las horas de luz",
en el EspacioArteVACA. Viniegra de Abajo. 06.2020.
Cada comedor, cada cuadra, cada troje, cada habitáculo principal o de servicio resulta una escena. Y una idea. Sobre la planta baja de la gran casa del pasado. Del que nos separan horas de luz. Y Pachi ‘amuebla’ con lo mínimo; lo que consigue que cada una de sus intervenciones, discretas, pegadas a la piel del contenedor, logre, en cambio, una extraordinaria expansión sensorial, anímica. Y lo hace como una extensión de lo que él denomina ‘ropavieja’, tendida en el otoño pasado en otro espacio latente, la ermita de Lomos de Orios. Objetos encontrados –algunos en la propia Casa– o manufacturados. Preciosos en su singularidad y mecanismo. Cuya colocación no pretende llenar un vacío, desvirtuándolo, sino hacerse acreedor de él. Las horas de luz, en Casa Bernáldez, es de las excursiones más provechosas para el alma que pueden hacer estos días."
Teresa Rodríguez.  Fotografía de la exposición "las horas de luz", en el EspacioArteVACA. Viniegra de Abajo. 06.2020.

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