El evangelista Juan iluminado por un águila. Sacristía de la catedral de Sigüenza. Foto de F.G.
Siempre presumió de expresarse con precisión y clarividencia, como si lo hiciera al dictado de un águila, pero el vuelo de su canto oscilaba invariablemente dentro de la escasa horquilla que separa los del grillo y la lombriz.
Cosimo Tura. San Juan Evangelista en Patmos. Circa 1470.
El mensaje resultante era, en consecuencia, chirriante, ratonero, monótono y previsible.
No creo que el sosias del buen Juan sacase mucho beneficio de esa lectura, entre el politraumatismo de la caída, la papa evidente y la somnolencia consiguiente. Menos mal que un cuervo le pasa las hojas.
Obvio.
ResponderEliminar¡Cuántos candidatos!
ResponderEliminar¿Pedromanuel? ¿Felipe Guerra? ¿Rubiales? ¿Moreno Bendodo? ¿El archipámpano de Oviedo? ¿Arfonzo González? ¿El neoalcalde de mi pueblo?
EliminarEl tal Cosimo o era muy malo o no era partidario. O ambas cosas.
ResponderEliminarNo creo que el sosias del buen Juan sacase mucho beneficio de esa lectura, entre el politraumatismo de la caída, la papa evidente y la somnolencia consiguiente. Menos mal que un cuervo le pasa las hojas.
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