La obra con la que ahora ocupo la vitrina de Castroviejo Librero (la número 30 de mi larga y estrecha exposición "a la altura de los ojos y a pie de calle") la titulo Regalo, y es un ensamblaje elemental de dos partes:
un fleje metálico de los que se utilizan para estabilizar y asegurar embalajes de mercancias (con las envidiables cualidades, atesoradas a pesar de los pesares, de cierta flexibilidad y alta resistencia), encontrado en cualquier paseo campestre y apreciado como si fuera una dádiva añadida de la generosa y maltratada naturaleza,
y un hermoso objeto cilíndrico (de una aleación imprecisa, recubierto por una camisa de caucho que le da un tacto cálido y delicado) sin función práctica conocida, procedente de una bodega antigua y que me obsequió mi enóloga de referencia, mi sobrina Helena, que, como el resto de mi familia y un montón de buenos amigos, a menudo me agasajan con preciosidades aparentemente inútiles que consideran que pueden venir bien para mis dispersos intereses. Ni que decir tiene que siempre aciertan con sus presentes.
Mi Regalo tiene mucho que ver con otra obra anterior, Espinas como flores, y forma parte de una serie discontinua de floreros y naturalezas muertas de variada intención y componentes, regida siempre por la intención de ofrenda, de devolución agradecida de una donación.
Mi Regalo está muy bien acompañado (esto sí que es un don inestimable, impagable) por dos libros asombrosos, llenos de inagotables estímulos: un estudio sobre la fructífera relación de Paul Klee con la naturaleza, y el catálogo de la exposición de la Fundación Juan March "Detente, instante" (quizá el mejor título posible para encabezar una historia de la fotografía, captado del Fausto de Goethe), con un cianotipo anónimo de mediados del XIX como portada. Como no dejamos de ver, todo tiene sus raices más o menos lejanas, más o menos claras. También el título de esta entrada, El tiempo de los regalos, la saga de libros del viaje que ocupó toda la vida de Patrick Leigh Fermor. Regálalo y regálatelo.
Felices fiestas, queridos amigos.
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