Velázquez. Las Meninas, o La familia de Felipe IV. 1656. |
En 1958 Jorge Oteiza construyó una pequeña escultura de piedra y hierro que tituló Homenaje a Velázquez. Inmerso en pleno "propósito experimental" y como desarrollo lógico de sus “cajas metafísicas”, el esencial escultor vasco define un espacio vacío en el que relaciona los espacios barrocos pintados por Velázquez en Las Meninas y en La rendición de Breda con los despojados frontones del juego de pelota, con sus precisos límites definidos por el encuentro de tres planos.
Jorge Oteiza. Homenaje a Velázquez, 1958. |
El frontón, afirma, “al quedar vacío (reeducada nuestra sensibilidad) debiera funcionar para nuestra intimidad religiosa tradicional como un aislador metafísico. Este tipo de construcciones-crómlechs en el interior de las grandes ciudades congestionadas de expresión, son zonas de aparcamiento de la sensibilidad formada.”
Un ejemplo singular de las cualidades del artista que “sabe ver”, “hace” y, después, “se atreve a decir”. Por chocante que resulte.
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