(...) "Comprarse unos zapatos es una apuesta por el futuro. No se compra zapatos alguien que va a morir mañana. No se compra zapatos un enfermo terminal. Tampoco un suicida. Tampoco un desesperado. Comprar zapatos es un sí al futuro, lo vi clarísimo. Tal vez por eso me dio una punzada de melancolía cuando Mo decidió regalármelos. Tendré que estar vivo un par de años más para que esos zapatos tengan sentido. No podría faltarle al respeto al regalo y a la materia con que están hechos esos zapatos, al empeño humano, laboral, que hay detrás de la fabricación de unos zapatos. Me gustaban tanto que me los dejé puestos. Salí de la zapatería con los zapatos nuevos. Recuerdo que esa sensación de prisa se la vi a mi madre. Ella hacía lo mismo. Si se compraba algo, quería estrenarlo al minuto de comprarlo. La vi muchas veces salir de una zapatería con los zapatos nuevos en sus pies y los viejos en la caja. La primera vez que la vi hacer eso pensé que mi madre era una maga, que hacía magia."(...)
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