viernes, 30 de diciembre de 2016

Carlos Rosales ajusta cuentas con el arte

Carlos Rosales. One and three artists. 2016.

Tan discreto como brillante (es decir: igual que siempre) Carlos Rosales ha preparado para un lugar insólito (el negocio en Logroño de la fábrica de materiales para baños Fiora, con la que suele colaborar aportando sus fotografías para las campañas publicitarias de la marca) una exposición sin desperdicio. Empezando por el título, Penúltimas crónicas mínimas. Pequeños desquites artísticos de Carlos Rosales, perfectamente aclaratorio de las intenciones del artista: hacer justicia al Arte Contemporáneo en un doble sentido, poniéndolo a la vez “en valor” y en la picota.
Carlos Rosales. ¡Artistas! 2016.
Para ello ha creado una historia portátil con lo que ha seleccionado del arte de los últimos ochenta años, construyendo un museo de urgencia con sus deslumbrantes luces y sus humoradas, dando cabida, de paso, en sus impecables collages, a los perplejos espectadores, al público esencialmente indiferente y al cada vez más omnipresente y todopoderoso mercado.
Carlos Rosales. ¿Problemas pictóricos? 2016.
Se adivinan, sin necesidad de mencionarlas expresamente, el homenaje a la maleta-museo de Marcel Duchamp (la boîte en valise) y la influencia de las estrategias -que podemos focalizar en Marcel Broodthaers- que han convertido al artista en coleccionista o conservador de museo, en mediador cultural o pedagogo que utiliza elementos ajenos apropiándoselos para construir un relato (visual e ideológico) re-creando una (otra) historia del arte “personal”.
Carlos Rosales. Action painting. 2016.

La práctica “sintética” utilizada por Carlos Rosales para construir un modelo a escala y a la medida de su criterio tiene la misma eficacia de la moneda antigua que, como nos recuerda Ricardo Piglia, puede explicarnos la economía de una época y toda una civilización. Sus “crónicas” en forma de cuadro aspiran a explicar el arte del siglo, aunque sea prescindiendo de su prestigiosa aura y forzándolo hasta la parodia para que ilustre adecuadamente el interés del intérprete que se apodera de aquellos ejemplos icónicos para ponerlos a su servicio.
Carlos Rosales. Más. 2016.
Carlos Rosales se apoya en Joseph Kosuth para definir qué es el arte y, de paso, qué es un artista; sincretiza los juegos intelectuales y la lucha generacional entre De Kooning y Rauschenberg, reflejándolos a través del prisma costumbrista de Norman Rockwell; afronta los problemas constructivos y deconstructivos planteados entre Mondrian y la influyente escuela de Lego; refleja al Pollock superado por la gestualidad anónima en los muros urbanos; profundiza en el valor de largo alcance del dibujo como herramienta de conocimiento y representación; cuantifica la mercantilización especulativa de obras de reproducción mecánica, y todo ello lo resume en la capilla warholiana que transporta entre las legiones de fieles los valores de la sopa y del tomate, tan atentos a la propagación de la devoción como a los cuantiosos óbolos.
Carlos Rosales. 999 céntimos. 2016.


Nada tan eficaz y corrosivo como el humor, y Carlos Rosales lo aplica en cantidades industriales sirviéndose de su conocimiento de la historia del arte, de la delicada práctica del oficio que le caracteriza y del cariño (a menudo, inmerecido) que siente por la materia de la que trata. Así que la exposición tiene tanto del anunciado componente de “desquite” (en el sentido de venganza de una ofensa o daño, posiblemente el causado por la imposición a machamartillo de un canon esencialmente ajeno) como de “descuento” (rebajando en buena medida el mérito y virtudes que se atribuyen al arte sobre el que se ha construido el imaginario y el gusto contemporáneo).
Carlos Rosales. The Factory. 2016.
Todo esto (y mucho más que sin duda apreciará el avisado espectador) en un muro de cinco metros.
 Vista de la exposición de Carlos Rosales en el Experience Room Fiora de Logroño.


Y como se nos han anunciado como “penúltimos”, quedamos a la espera de los siguientes, que no han de ser los últimos. Ojalá.

Carlos Rosales
"Penúltimas crónicas mínimas. 
Pequeños desquites artísticos" 
Experience Room Fiora
Avda. de Portugal, 12
Logroño
(Hasta marzo de 2017)

3 comentarios:

  1. Preciosa entrada sobre Carlos Rosales. Y cuanta razón tienes. Carlos es un artista sensible, delicado y profundo.
    Y por si fuera poco, es una persona extraordinaria, un verdadero hombre de bien.

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  2. Querido Pachi.
    ¡Me encanta!

    Muchísimas gracias por tu tiempo, por tus reflexiones y por la atención que has dedicado a todo lo que ocurre dentro y fuera de esos pequeños teatrillos. Me ayuda mucho.

    Tus palabras, de verdad, me hacen feliz. Actúan como un bálsamo y me puedo apoyar en ellas, hoy por ejemplo, para intentar trabajar mejor.

    Cuando estoy en el estudio a veces pienso —aunque siempre se aspire a hacer algo universal— en gente muy cercana a la que quiero y que me importa. Pienso en qué les parecerá lo que estoy haciendo a mis amigos y si merecerá la pena el esfuerzo que realizo.

    En muchas ocasiones me digo: ¿Qué pensarán Pachi y Mariví sobre lo que tengo entre manos?, ¿Les gustará?

    Salir en miracomosuena, para mí es cerrar ese círculo y sentir que la obra no estalla en mis manos y ha llegado, afortunadamente, a... otras voces, otros ámbitos.

    Muchísimas gracias, Pachi.
    Un abrazo fortísimo.

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    1. Siempre es un placer aprender de tu trabajo.
      Gracias por seguir ahí.
      Hasta pronto.

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