Primero entonarse, después cantar. Tarjeta postal de 1920 aprox..
En otras ocasiones se celebra de forma clara y sin rodeos (también, demasiado frecuentemente, sin conocimiento) los méritos del que paga la ronda, siendo a menudo la copla resultado equitativo del cálculo y la desinhibición, de la desvergüenza y la chispa, aunque se suele acabar aprovechando la menor oportunidad para cantar las cuarenta, veinte en copas y las diez de últimas.
Y arrastrando. Pero ese ya es otro cantar.
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¡Qué cantazo!
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