viernes, 29 de noviembre de 2024

Torre de comunicaciones

F.G. Torre de comunicaciones. Ensamblaje de objetos encontrados. 2024.
Hay obras que nacen “a primera vista”, plenamente definidas desde el encuentro que las genera, y otras que van surgiendo paulatinamente de la acumulación de partes inconexas, aunque con el suficiente aire de familia como para que acaben reposando más o menos próximas sobre la mesa de trabajo. Sus componentes suelen ser pobres y dispares, y quizá por eso, por lo inesperado, el resultado de su ensamblaje puede resultar sorprendente y feliz.
F.G. Torre de comunicaciones. Ensamblaje de objetos encontrados. 2024.
Vemos en esta torre de comunicaciones pequeños trozos de maderas muy diversas, baqueteados por el tiempo y la intemperie, con atractivos restos de pintura e inestablemente abrazadas por una correa tensada con alambre. Del conjunto sobresale un pincel de pintor (una especie de antena conectada con el mundo que podría justificar su nombre). 
Me gusta verla como un homenaje a Kurt Schwitters y a su forma de hacer, que consiguió luz y belleza a partir de lo más precario y casi siempre en las peores circunstancias.
F.G. Torre de comunicaciones. Ensamblaje de objetos encontrados. 2024.
(La puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)

jueves, 28 de noviembre de 2024

Dos eclipses

F.G. Eclipse Malévich (2024) y Eclipse (2021), en la Casa de la imagen.
Empecemos por poner las cosas en su sitio, recordando la afirmación científica del sabio Jorge Wagensberg: "desde cualquier punto del planeta se puede observar un eclipse de Sol cada 360 años, uno de Luna cada 3 años y uno de Tierra cada día, por lo que un eclipse total de Sol es más noticia que uno de Luna y uno de Luna más que, simplemente, la noche".
Y es que lo infrecuente está muy sobrevalorado, porque un eclipse no deja de ser un eclipse: una ocultación transitoria más o menos vistosa.
Eclipse de sol. Fotografías de William y Frederick Langenheim. 1854.
Los eclipses han fascinado a la humanidad desde antiguo, especialmente cuanto menos se supiera de sus causas y se temieran sus efectos.
Kazimir Malévich. Plano en rotación, llamado círculo negro. 1915.
El que titulo Eclipse Malévich es un ensamblaje directamente inspirado en su obra de 1915 titulada "Plano en rotación, llamado círculo negro".
F.G. Foto del proceso de ensamblaje en la herrería de Pájaro en Lomos de Orios. 08.2024.
En mi homenaje la chapa metálica se adhiere en su tercio izquierdo al cuadrado de mármol blanco, y el resto del círculo se eleva unos centímetros provocando una sombra amplia y cambiante en función de la iluminación ambiente. 
Si la fuente de luz es el sol (o la luna) un espectador curioso y sin prisas podrá disfrutar de un exclusivo espectáculo de pequeño formato constantemente renovado.
F.G. Foto del proceso de ensamblaje en la herrería de Pájaro en Lomos de Orios. 08.2024.
Está acompañado en la Casa de la imagen por la fotografía de un bello objeto encontrado en las huertas de monasterio de San Millán de la Cogolla, que utilicé después en el ensamblaje grande de mi exposición en La Lonja.
F.G. Eclipse. 2021. (Copia editada para la exposición. 2024)
Nada tan pertinente como un par de eclipses para formar parte de una exposición que cuenta cosas sobre los juegos constantes entre la luz y las sombras. 
F.G. Fotografía del proceso de montaje de luz y sombras
(Las puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Cobijo

F.G. Cobijo. 2024.

Este cobijo, de apariencia compacta y volátil constitución, es el resultado del encuentro de dos hermosas piezas muy diferentes: un trozo de chapa de cobre sobrante de un mantel que dediqué a los jugadores de cartas de Cezanne y el fragmento de una tubería galvanizada encontrada en un paseo cerca de la presa de Castroviejo. Los contrastes de
color, temperatura y dibujo los fueron atrayendo paulatinamente en el estudio, y en su ensamblaje final el corte del soplete y las irisaciones generadas por el fuego sostienen a las estrías verticales del tejado con la verosimilitud y solvencia que concedemos a muchas tipologías tradicionales, del tipo de pallozas, chozos, graneros y cabañas de medio mundo.
Pero su estabilidad es escasa porque carece de arraigo, como los materiales que lo conforman: solo un delgado hilo de cobre los estabiliza precariamente. Poca cosa, aunque suficiente para dar a sus ocupantes protección y amparo frente a las inclemencias externas mientras dura la noche, hasta que amaine el temporal.


(Lo puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)

martes, 26 de noviembre de 2024

El tríptico dorado

F.G. El tríptico dorado en la Casa de la imagen. 11.2024.

El tríptico dorado ha sido siempre, ¿vocacionalmente?, una "obra en marcha".

Arrancó con el encuentro de una pesada placa de hierro que venía, como su realzada caligrafía certifica, de la desaparecida Ensidesa, la empresa nacional de siderurgia que transformó para siempre el paisaje, la economía y la vida del extinto paraíso de Avilés. Sobre el recortado tocho probablemente se cimentara algún efímero estaribel que facilitase otras obras menores, y por considerarlo obsoleto en algún momento pasó al desguace. Le sobraban unas barras corrugadas, y la habilidad de Pájaro las separó limpiamente dejando a la vista el brillo plateado y la satinada textura del acero pulido. Era lo que el retal necesitaba para acompañar al oro viejo y las ligeras afloraciones de rojo antioxidante y otras marcas de intemperie.

A los meses llegó un regalo de Nacho Martínez. Le habían llevado un viejo cuadro para cambiar el marco, y las cualidades del desechado saltaban a la vista, especialmente el reflejo de una vieja luz, como antigua, que desprendían las sutiles láminas de pan de oro que lo recubrían. Acomodamos a la medida vertical del acero tres tramos del marco, y el encuentro de las partes fue satisfactorio.

El tercer elemento llegó poco después, proveniente de un trozo de carrocería de una furgoneta volkswagen reconvertida en vehículo para viajes por la naturaleza. Su amarillo meloso era pura luz, un espejo que favorecía todo lo que en él se reflejaba.


Pensé en estabilizar el ensamblaje, pero resultaba inviable por las muy diferentes condiciones de las partes, y opté, tirando por la tangente, por el simple agrupamiento, equilibrado y de apoyo recíproco. Así que entra dentro de lo posible que las tres piezas vuelvan a dispersarse y establezcan nuevos vínculos o, quizá, vuelen solas para siempre.
Mientras duren.

F.G. El tríptico dorado en el estudio abierto de Lomos de Orios. 09.2024.
(Lo puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)

lunes, 25 de noviembre de 2024

La carta del fotógrafo

F.G. La carta del fotógrafo. (Memoria, ojo, mano). Collage. 2024. Foto de Casa de la Imagen.

Cuando proyecto una exposición para un lugar que atesora tiempo y memoria me gusta preparar una obra específica, una "carta" relacionada con sus características simbólicas y materiales.

F.G. La carta del herrero (2019), expuesta en el Museo de Jaén. 2023.

En el caso de la ermita de Lomos de Orios "escribí" la Carta del herrero, y en la Casa Bernáldez, de Viniegra de Abajo, la Carta del jinete. En ambos casos eran obras móviles en las que distintos objetos encontrados en el lugar generaban, ayudados por el aire, sombras que se proyectaban sobre un lienzo de lino bordado, parte del ajuar doméstico.
F.G. La carta del jinete. 2020. EspacioArte VACA. Foto de Jesús R. Rocandio.

Para la exposición luz y sombras, en la Casa de la imagen, pensé enseguida en hacer una Carta del fotógrafo, y le pedí a Jesús R. Rocandio, mi atento anfitrión, que durante los meses de preparativos me guardara restos descartados de los papeles fotográficos utilizados en su laboratorio como soporte para el positivado de las copias. La cosecha fue riquísima, y muy diversa en cuanto a sus características: me hice con un buen surtido de componentes y acabados, brillantes y mates, lisos y rugosos, satinados y más o menos porosos, con distinto grosor y peso y una delicada paleta de tonalidades. Me pareció el material idóneo para escribir con luz un collage de tres pliegos y tratar de transmitir en ellos equilibrio y sentimiento. 

F.G. La Carta del fotógrafo. Memoria. 2024.
Tenía en mi estudio, proveniente de la extinta Planta Baja de mi amigo José Miguel León y aguardando su oportunidad, una vieja colección de collages de anatomía humana diseñados para las prácticas de estudiantes de medicina, y de entre ellos seleccioné, para incorporarlos a la carta, aquellos que diseccionaban los órganos más directamente relacionados con el arte del fotógrafo: el cerebro, el ojo y la mano. 
F.G. La carta del fotógrafo. Ojo. 2024.
Solo el día de la inauguración, a través de varios espectadores, supe que a esos atlas de anatomía se les llama en su mundo "belorcios", y creo que ese estudio pormenorizado de la realidad tiene bastante que ver con la actitud que guía al fotógrafo cuando se dispone a disparar sobre el trozo del mundo en el que ha puesto el ojo. 
F.G. La carta del fotógrafo. Mano. 2024.
Todo esto sucede justo enfrente de la iglesia de san Bartolomé, en cuya fachada un grupo de malandrines desuellan vivo al santo titular, haciéndole un "belorcio" de cuerpo entero. Muy fotogénico.

(Lo puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)

sábado, 23 de noviembre de 2024

Se busca a este sujeto...

... por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en Gaza.

El que pueda hacer, que haga.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Pluma

F.G. Pluma, en la Casa de la imagen. 11.2024.
Para sacar partido del magnífico regalo que me hizo mi amiga Teresa Rodríguez de un montón de clavos de hierro forjado, todos distintos por hechos a mano, esbeltos y toscos, de un negro antiguo, brillante y mate a la vez, quise hacer un objeto móvil de aspecto ligero y flexible que aparentara verosímilmente mantenerse en el aire movido en elevado vuelo por el cambiante viento del lugar: una pluma.
F.G. Una hoja del Cuaderno de luz y sombras. 2024.
Una varilla circular casi cerrada serviría de eje haciendo de cálamo y raquis, y sobre ella se soldarían, de dos en dos, las puntas de base cuadrada como estandarte, ramificándose las barbas a ambos lados, simétricamente y de menor a mayor. 
F.G. Los clavos en formación tras un lagarto, en el porche de la herrería de Pájaro. 10.2024.
Lo que aspiraba a ser amable y peludo se fue convirtiendo conforme crecía en amenazante estructura de apariencia peligrosa. 
F.G. La pluma levantada sobre sus cuartos traseros. Lomos de Orios. 10.2024.
El fuego de la soldadura transformó lo negro en rojo profundo y lo que pretendía ser una más de entre los cientos de partes de un plumaje cobró apariencia singular, de pequeño animal más o menos antediluviano, imaginario y quizá por ello reconocible, volador y rastrero, omnívoro y venenoso. Un dragón, un escorpión o algo así. Aunque también podría ser una espina dorsal atormentada por lordosis y contracturas de diversa índole, o la hoja de una planta exótica. Cualquier cosa que quisiera ver cada espectador.
Yo, a pesar de los pesares y de haberla querido instalar en la sala de exposiciones sobre una mesa para que el roce de su vuelo no hiriera a los visitantes, sigo viéndola como una vieja pluma de ave que sirviera para escribir, y recuerdo el célebre poema que Bertolt Brecht dedicó "A una raíz de té china en forma de león", que dice así:

“Temen tu garra los malvados.
Y se alegran los buenos con tu gracia.
Lo mismo
yo quisiera
de mis versos.”

Después de todo, esa pluma bien podría ser tan solo un elogio de la escritura.
F.G. Pluma, en la Casa de la imagen. 11.2024.

(La puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)

jueves, 21 de noviembre de 2024

Bosquecillo

F.G. Bosquecillo de la crestería, en la Casa de la imagen. 2024.
Caminar dentro de un bosque es un ejercicio sensorial de lo más completo y placentero, entre otras cosas por la cambiante riqueza de luz y sombras que allí se generan, tan llenas de matices y dinamismo. 
F.G. Bosquecillo de la crestería. Fragmento. 2024.
Es tan hermoso como acercarse a su perímetro, percibiendo la más o menos irregular masa arbórea recortada en el panorama horizontal coronado por el cielo. Como si de una catedral gótica se tratara.
F.G. Bosquecillo de la crestería. Fragmento. 2024.
Esa sensación es la que inspiró este bosquecillo, construido a partir de cortezas y astillas desbastadas de troncos de acacia, almendro, cerezo y otras especies mediterráneas. Material desechable, sin otro valor que servir de acelerador de fuegos domésticos, pero también lleno de color, de texturas, de formas caprichosas.
F.G. Cuaderno de luz y sombras. 2024.
Una vez seleccionados los fragmentos más o menos arbitrariamente, atendiendo a sus inciertas cualidades, y planteada su ordenada distribución, nada garantiza que a la hora de ensamblarlos para siempre la hechura final no cambie. Poco importará. El resultado será tan azaroso como el punto de partida. 
Igual de hermoso en su atractiva pobreza. 
F.G. Bosquecillo de la crestería. 2024.

(Lo puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Nubosidad variable

F.G. Nubosidad variable. (Esto no es una nube). 08.2024.
Las ventanas se abren recurrentemente en mi trabajo, unas veces como marco que acota y recorta un fragmento de la realidad exterior, más o menos recreada, y otras como límite de un espacio de intimidad doméstica.
F.G. Ventana de la sierra. 2020.

F.G. Los dioses lares. 2020.
Tanto o más frecuentes son las nubes, sujeto inagotable muy adecuado para afilar el instinto observador y practicar la pareidolia, ese fenómeno psicológico por el que, a partir de un estímulo vago y aleatorio (casi siempre una imagen) se acaba percibiendo una forma reconocible, acorde con nuestro acendrado sesgo perceptivo, con nuestra conveniencia. Igual, igual que lo que suele pasar con los bulos y las mentiras. 
F.G. Hoja del Cuaderno de luz y sombras. 2024.
Esta ventana abierta a la vida es el marco de un hermoso registro de alcantarilla, y dentro de él se fija, atornillado al muro, el rizado deambular aéreo de una tira de soldadura entre dos chapas de bidón, retal sobrante de un trabajo que hicimos Roberto Pajares "Pájaro" y yo (bajo el alias de Chapa y Pintura) para exponer a finales de 2023 dentro del tesoro escultórico del yacimiento íbero de Cerrillo Blanco, en el Museo Provincial de Jaén.
 Brazalete perteneciente a los "tesoros" de Arrabalde. Siglo I a.C. Museo de Zamora. Foto de F.G.
Mi referencia visual (lejana, eso sí) era un deslumbrante brazalete romano atesorado en el Museo de Zamora, y el proceso de elaboración (torsión, quemado, preparación del anclaje, etc.) fue tan entretenido como siempre.
René Magritte. La traición de las imágenes. 1928.
En cuanto al subtítulo, riza el rizo del juego de pipas de Magritte sobre la relación-contraste de imágenes y palabras, porque aquí, por no haber, no hay ni nube representada, ni la palabra que la enuncia, ni representación de la tal nube.
F.G. Nubosidad variable. (Esto no es una nube). 08.2024.

(Lo puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)

martes, 19 de noviembre de 2024

El glaciar de la sierra Tronzadora

F.G. El glaciar de la sierra Tronzadora, antes de su limpieza. 09.2024.
Quienes hemos nacido en el fondo de un valle (aunque sea tan amplio y abierto como el del rio Ebro) tenemos la sensación de haber estado siempre rodeados por una crestería serrana, más o menos agreste, más o menos cerrada, más o menos compacta, pero que siempre delimitaba un territorio separándolo de lo demás, de la terra incognita, ese amplio resto del mundo por descubrir. 
F.G. Las nieves perpetuas. 2019.

F.G. En las montañas. Trevijano. 2021.

F.G. La cordillera. 2020.
F.G. Cordillera portátil. 2023.
He "recreado", entre otros muchos panoramas, unas cuantas "sierras" de distintas características, así que cuando cayó en mis manos una sierra tronzadora de uso forestal me puse a las órdenes de tan extraordinaria herramienta, tan flexible, inmediatamente recuperable, tan duradera, tan eficaz, tan bien "dibujada", tan evocadora. Ya no se hacen las cosas así, lamentablemente. 
F.G. Dibujo de toma de contacto.
Primero pensé en una cordillera (mientras iba a ser una obra de pared) y acabó siendo (cuando opté por el suelo) la sierra de un glaciar alpino, un circo con su morrena frontal y todo. La idea circular la enfaticé con una embocadura estabilizada con un arco de medio punto obtenido de un trozo de arado encontrado, y el diámetro que tensa y estabiliza el círculo es, según mi amigo Monta, mi experto maderero de cabecera, "un fresno plantón joven, comprimido por una hiedra enroscada que generó esas deformaciones, lo que suele ser bastante común en el bosque profundo y virgen".
F.G. Dibujo de aterrizaje.
La cera que le apliqué limpió la suciedad superficial del precioso objeto, dándole una apariencia de piel curtida, con la rica textura que siempre aporta el uso de las cosas.
F.G. El glaciar de la sierra Tronzadora. 09.2024.

Mientras la preparaba me acordaba frecuentemente de un poema de 
Jorge Reichmann titulado Ecocidio:

“Los últimos glaciares
del Pirineo se funden

¿Por qué tan pocos saben hoy
leer en ese hielo las señales
de las tiranías que vendrán?"

La advertencia se ha convertido en amenaza. En realidad.

F.G. El glaciar de la sierra Tronzadora. 09.2024.

(Lo puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)