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| El herrero y su cuadrilla (2019) en Castroviejo Librero. Noviembre de 2025. Fotos de F.G. |
El herrero y su cuadrilla es un ensamblaje de objetos encontrados en la fragua de Roberto Pajares, Pájaro, durante la feliz temporada en la que Araceli y él me dieron cobijo para preparar mi primera exposición, ropavieja, en la ermita de Lomos de Orios, allá por el lejano otoño de 2019.
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| El Pájaro en acción. Lomos de Orios, 2019. |
Las maravillas que iba descubriendo y la generosa disponibilidad y sabiduría de Pájaro me llevaron compulsivamente a ir haciendo sobre la marcha una pieza con mucho de creación espontánea, bastante azarosa, sin intención precisa (salvo el recuerdo de algunas obras de Giacometti, como el singular Proyecto para una plaza, que atesora la Fundación Peggy Guggenheim, o las numerosas Plazas desiertas atravesadas por grupos de caminantes ensimismados).
En este caso, mi aspiración era reflejar, más que un transitable espacio abierto, la ocupación más o menos caótica de un lugar cerrado. El extraño título surgió a partir de las historias que me contaba Pájaro sobre la función de lugar de encuentro y mentidero que solían tener las herrerías en los pueblos serranos, donde los hombres se guarecían de las inclemencias de la vida al calor de la lumbre y del alcohol, de los chascarrillos y de las revistas ilustradas. Me acordé del libro de C.J. Cela titulado "El gallego y su cuadrilla" y de sus personajes atrabiliarios, y una cosa llevó a la otra.
La obra estuvo instalada en la plaza que sirve de atrio a la ermita, en la zona de paso hacia la sala de la Cofradía que acogió el resto de las obras. La intemperie, en forma de lluvia, heladas y nieve, quizá no templó el metal, pero seguro que le dio el hermoso color y la textura que conserva.
La pieza me sigue gustando, y por eso la he elegido como entrega número cincuenta y dos de mi fragmentaria exposición a la altura de los ojos y a pie de calle, que podrá verse en la vitrina de acceso a Castroviejo Librero, en la logroñesa calle de los Portales, a lo largo del mes de noviembre.
Acompañan al herrero y a su cuadrilla tres excelentes libros, muy distintos, que ayudarán a pasar el otoño a quien se atreva con ellos: una monografía sobre Giorgio de Chirico y la ciudad metafísica y sus desarrollos enigmáticos, llenos de ambigüedad y misterio, estudiados por Ara H. Merjian a la luz del influjo de Nietzsche, cuya obra fascinó a este pintor capital en el arte del siglo XX (también muy aficionado a las plazas); el magnífico catálogo de la exposición sobre Robert Rauchenberg que la Fundación Juan March ha preparado para conmemorar el centenario de su nacimiento, centrado en el análisis del papel primordial que concedió a las imágenes fotográficas, propias y ajenas, en su polifacética obra, plenamente vigente y cada vez más influyente; y una muy completa antología poética (1989-2024) de la obra de José Luis Piquero, que ha seleccionado Rodrigo Olay para la editorial Renacimiento, bajo el esperanzador título de Todo va a salir bien.
Es lo que os deseo a vosotros, queridos lectores, y os pido encarecidamente que no nos olvidemos de los palestinos.








