F.G. Estate quieto. Fotomatón 1. Collage de fotografía y objetos encontrados. 03.2018. |
viernes, 30 de marzo de 2018
jueves, 29 de marzo de 2018
Pasión
miércoles, 28 de marzo de 2018
El viejo imperio contraataca
F.G. Anastasio. Collage de imagen y palabras encontradas. 03.2018. |
La verdad es que, yendo como va la cosa y habiendo hecho todo lo que ha venido haciendo desde ni se sabe cuándo, el que Putin haya ganado sus elecciones solo por el 73,9% de los votos cabría considerarlo como una derrota sin paliativos.
F.G. Vladimiro. Collage de libro y objeto encontrado. 13.2018. |
martes, 27 de marzo de 2018
La rosa
lunes, 26 de marzo de 2018
Autorretrato de fotógrafo con nogal
Charles Clifford. Nogal del Emperador Carlos V en Yuste. Primavera de 1858. |
El galés Charles Clifford llegó a España en 1850, y con la facilidad y el prestigio que le daba ser el fotógrafo oficial de la reina Isabel II recorrió casi toda la península y las Baleares documentando paisajes urbanos, tipos populares, monumentos, vistas pintorescas y un sinfín de obras públicas (líneas férreas, nuevas carreteras y traídas de agua) en una coyuntura económica expansiva.
Junto a él, bajo su cobijo y protección, Clifford, tan poco dado a la vanidad que nunca se había permitido hacer otro tanto, se mandó retratar, de pie, mirando fijamente a la cámara, componiendo una hermosa metáfora sobre la irremediable decadencia de todas las obras humanas. De su pasajera pequeñez.
viernes, 23 de marzo de 2018
David Byrne ataca de nuevo
David Byrne, el hombre que sabe y ha contado con pelos y señales cómo funciona la música, el que a través de su casa de discos Luaka Bop nos ha enseñado que en todas las latitudes hay belleza, complejidad y sofisticación, ha sacado un nuevo disco, American Utopia.
Para presentar disco y gira acudió al programa televisivo de Stephen Colbert y regaló a la audiencia esta "performance" de Everybody´s Coming To My House, en la que se reconoce la evolución lógica de los mejores tiempos de los Talking Heads.
jueves, 22 de marzo de 2018
Quiénes somos y de dónde venimos, o Dovlátov en América
"Nuestra emigración se divide en tres corrientes; incluso en cuatro: la política, la económica, la artística y la aventurera.
Los emigrados políticos se encuentran bastante bien aquí. Sobre todo los que disfrutan de una buena capacitación profesional. Por ejemplo, médicos, ingenieros, científicos reconocidos, artesanos cualificados. Porque la disidencia no es una profesión.
Es gente que aspiraba a la libertad y que la ha conseguido.
Pero la libertad tampoco es una profesión. Por eso es deseable tener una buena capacitación profesional.
La gente del exilio económico tampoco se queja. Suspiraban por bienes materiales. Hablando sin circunloquios, querían vivir mejor. Olvidarse de la pobreza, de los macarrones trenzados con sabor a cordel, de las chaquetas rígidas como el contrachapado, del alcohol venenoso…(...)
La gente deseaba tener una vida normal, viajar, comer fruta y ver la televisión en color.
Un piso individual con un cuarto de baño ya se consideraba un logro.
Y en resumen, se han salido con la suya. Muchos se colocaron bastante pronto en un trabajo duro y bien pagado. Por ejemplo, se pusieron al volante de un taxi. Los más decididos abrieron sus propias empresas.(...)
Los «aventureros» son gente siempre descontenta. Vinieron a dar en América por casualidad. El uno discutió con su mujer y se marchó. Al otro le entraron ganas de escuchar a Dizzy Gillespie. O bien, es un suponer, de escupir al Hudson desde un rascacielos.
Todo lo cual es factible. Pero hay que trabajar también. Aquello fue una auténtica sorpresa para muchos. Menos mal que en América se puede parasitar al Estado. Así que la mayoría de los «aventureros» viven del subsidio… Del welfare…
Mis amigos y yo pertenecemos al exilio artístico. Somos gente con inclinaciones creativas: escritores, artistas, redactores, críticos de arte, periodistas. Nos fuimos buscando libertad de creación. Y los hay que han obrado en consecuencia. Aunque no todos. Si se concede libertad de creación a un gallo, todo lo que hará será seguir entonando su quiquiriquí.
Las estamos pasando putas, esa es la verdad. En la mayoría de los casos, no dominamos el inglés. Naturalmente, no queremos cambiar de profesión. Cobrar el subsidio nos parece una indignidad. (...)
Somos unos fracasados. Y eso que muchos eran famosos antes de venir. Por ejemplo, Érik Baskin.
Baskin era un conocido periodista deportivo. Redactor de la revista Hockey y Fútbol. Fútbol y hockey son entre los soviéticos sustitutivos de religión y cultura. En lo que toca a desencadenar emociones, el único rival del hockey es el alcohol.
Cuando Baskin iba a dar conferencias a Járkov o a Cheliábinsk, las fábricas de tractores paraban. El turno de noche abandonaba las empresas.
Baskin emigró porque tuvo una bronca con un influyente instructor del Comité Central. La bronca tuvo motivación ideológica. Dado que el deporte, entre nosotros, es un fenómeno ideológico. Y en uno de sus reportajes Érik había colmado de elogios a los jugadores de hockey canadienses. Así que, tras una poco agradable conversación en el Comité Central, lo destituyeron.
Al despedirse, el instructor le dijo:
—Quiero pedirle algo. Explíqueles a sus colegas que se va de la redacción por razones de salud. ¿Entiende lo que le digo?
Baskin respondió:
—¡Camarada instructor! Póngase en mi situación. Supongamos que su mujer lo hubiera engañado. Y que después le hubiese contagiado una gonorrea… Va usted y pide el divorcio. Y su mujer le hace este ruego: «Vasia, explícales a tus colegas que nos divorciamos porque eres impotente».
Verde de rabia, el instructor le señaló a Baskin la puerta…
Vília Móker era empleado de la televisión de Leningrado. No puede decirse que fuera una estrella, pero por la calle lo reconocían. Se marchó porque era judío y no soportaba el antisemitismo. Si oía la palabra «judío» era capaz de llegar a las manos. Tenía la convicción de que «judío» era un insulto…
Drozdov trabajaba en la sección de propaganda de una revista juvenil, Cambio. Y propaganda, como es sabido, se hace de cualquier cosa. Del luminoso porvenir del comunismo y de las tripas de ganso de aspecto radioactivo, de las obras del pintor Nalbandián y de las fétidas botas de goma…
Ese fue el probable origen de su ligera carencia de escrúpulos.
Me acuerdo del director de Cambio refiriéndose a él:
—Este hace reverencias hasta con el culo…
Nunca he sabido por qué se marchó Drozdov.
Desde luego, no pudo ser por motivos políticos. Corrían rumores de que huía de una pensión alimenticia. No lo sé.
Era un individuo trabajador y competente. Es lo único que importa.
Mi caso ya lo he contado en el primero de estos dos libros.
La cuestión es: ¿qué falta hacíamos nosotros en América?…"
Serguéi Dovlátov. Oficio. Traducción de Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea. Ed. Fulgencio Pimentel. Logroño, 2018.Reciente edición rusa de las obras de Dovlátov. |
Ya en la segunda línea de su novela Oficio, Serguéi Dovlátov
se autodefine como literato fracasado que arrastra una peripecia vital de lo
más convencional; un sujeto sano, afortunado, generalmente querido por su
entorno y con cierta habilidad para ganarse la vida medianamente bien. Seguro
que exageraba, pero son unos mimbres poco prometedores desde un punto de vista
dramático. Pero si Dovlátov cuenta su “biografía artística” la cosa cambia, y
se pone en pie una apasionante serie de andanzas y vicisitudes tan chocante
como entretenida en la que el autor-protagonista lucha, contra viento y marea, por
conseguir ver publicada su ingente obra, a fin de poder disfrutar de su derecho
inalienable “a la inmortalidad o al fracaso.”
Dovlátov. |
Dovlátov nos recuerda y demuestra, citando a Pushkin, que
“hay más pesadilla en la vida que en cualquier ficción”, y hace de sí mismo su
principal personaje, con mucho de entrañable parodia sobre su oficio de
prolífico escritor inédito, contándolo todo, según sus palabras, “de manera confusa, prolija e inarticulada”,
opinión no compartida por los censores que, pese a no recomendar su
publicación, valoraban con buen ojo crítico que “Dovlátov sabe escribir. Su
lenguaje es vivo y enérgico, de trazo incisivo y fácilmente memorizable. Se
enfrenta a complejas experiencias psicológicas y sabe describirlas. Los
diálogos a menudo exhiben no solo fuerza expresiva, sino también un pensamiento
bien organizado. En general, abundan las observaciones psicológicas
interesantes, formuladas con fuerza y gracia. Podríamos decir, por expresarlo
con solemnidad, que echa luz sobre las profundidades del corazón humano y sobre
las relaciones entre los seres…”
Dovlátov en uno de sus hábitats preferidos: la redacción de un periódico. |
La epopeya de la voluntad que se nos cuenta en Oficio se construye en dos bloques, como
le geopolítica de su época: el de la omnipresente censura burocratizada del “país
de los soviets”, y el que se corresponde con la fase de perplejo desconcierto
que sufre tras su exilio en el “mundo libre”. Una novela doble constantemente
reescrita según cuentan, que salió a la luz con nuestro héroe ya afincado en
Nueva York (empezando a disfrutar de una vida de reconocimiento crítico y
profesional que le duró muy poco), con la estructura de un atractivo collage en
el que se acumulan anécdotas, sucedidos, ocurrencias, iluminaciones y
personajes singulares, un riquísimo colorido local que ha encontrado en el
trabajo de traducción de Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea a sus mejores cómplices, porque el resultado
suena de maravilla, fresco y directo, tan vivo como recién escrito.
Siendo tan ruso, Dovlátov, tan ensimismado, tan moralista, tan reflexivo, tan atropellado por los prontos, tan socarrón, tan interesado por el pormenor, tan dado a la digresión, tan autodestructivo, me resulta muy español (sea eso lo que sea, y en el buen sentido de la palabra). Y plenamente contemporáneo.
Es muy de agradecer el notable esfuerzo que hace la editorial Fulgencio Pimentel por difundir la obra de Dovlátov entre nosotros (tras haber publicado el año pasado la excelente Retiro prevé continuar con otros títulos) donde merece entusiasta reconocimiento general. Que, al menos por una vez, la fortuna corone tan excelente trabajo.
Siendo tan ruso, Dovlátov, tan ensimismado, tan moralista, tan reflexivo, tan atropellado por los prontos, tan socarrón, tan interesado por el pormenor, tan dado a la digresión, tan autodestructivo, me resulta muy español (sea eso lo que sea, y en el buen sentido de la palabra). Y plenamente contemporáneo.
Es muy de agradecer el notable esfuerzo que hace la editorial Fulgencio Pimentel por difundir la obra de Dovlátov entre nosotros (tras haber publicado el año pasado la excelente Retiro prevé continuar con otros títulos) donde merece entusiasta reconocimiento general. Que, al menos por una vez, la fortuna corone tan excelente trabajo.
miércoles, 21 de marzo de 2018
Comparecencia
martes, 20 de marzo de 2018
Rafaela Carrasco, nacida libre
Rafaela Carrasco en Nacida Sombra. Foto de M. Valverde. |
Muy oportunamente, a escasas fechas de la arrolladora jornada
en que las mujeres demostraron para siempre su importancia y poderío
ineludibles, y recién acabada la manifestación contra el empobrecimiento galopante
de la gente mayor, llegó a Logroño Rafaela
Carrasco al frente de su propia compañía, una vez terminada su exitosa
etapa al frente del Ballet Flamenco de Andalucía. Y traía un hermoso y
reivindicativo espectáculo, Nacida
sombra, que inspira su título en un verso de sor Juana Inés de la Cruz (“Nacida sombra, al cielo encaminada, escalar
pretendiendo las estrellas”) para contar a través del baile flamenco la
inagotable historia de marginación y desprecio que han padecido las mujeres a
lo largo de la historia, sirviéndose para ello de cuatro personalidades
extraordinarias del Siglo de Oro español: santa Teresa de Jesús, María de
Zayas, María “la Calderona” y sor Juana Inés de la Cruz. De la mano del
dramaturgo Álvaro Tato y recurriendo al ingenioso recurso de una imaginaria
cadena de cartas que empieza con Teresa y va pasando por sus “hijas queridas”, las
“amadas sombras del futuro”, Rafaela
Carrasco nos presenta un mensaje optimista a pesar de los pesares, una luz
encendida en la mitad de la larguísima noche oscura del alma que invita a las
mujeres a abrir sus propias sendas, por inciertas que puedan parecer. Una luz,
eso sí, lunar, cambiante. Esas cuatro mujeres tan distintas coinciden en su
fortaleza y en ser conscientes de la situación de insoportable marginación que
padecen, y luchan por la luz clara del saber y por su derecho a una voz propia,
cueste lo que cueste.
La compañía de Rafaela Carrasco. Foto Facundo Pechervsky. |
El espectáculo se desarrolla a lo largo de un ciclo lunar, y
cada coprotagonista representa una de sus fases, con Teresa de Jesús-Rafaela
Carrasco como hilo conductor y “deus ex machina”. La escenografía es
simplicísima, reducida a un espacio diáfano como celda monástica sin más bulto
que un cofre con libros movido de un lado a otro por la santa. Y el papel
deslumbrante de la luz, auténtica protagonista, un trabajo excelente de Gloria
Montesinos que llena de vida y dinamismo, de misterio y sombra, el escueto recinto.
Como cabría esperar de un espectáculo inspirado por una
monja trotadora, la función es trepidante, y avanza sin vacilación con paso
firme, haciendo del virtuoso zapateado una de sus principales fortalezas. La música es muy imaginativa, muy interesante en la acertada mezcla de lo flamenco con
los lenguajes ajenos, de la ejecución en directo (interpretada por los
guitarristas Jesús Torres y Juan Antonio Suárez) y de las partes grabadas, y
sirve perfectamente tanto al desarrollo argumental como a las exigencias del
baile, con espacio para la melancolía y para la expresión más enérgica.
Rafaela Carrasco. |
Teresa de Jesús empieza y termina su trance místico en la
celda de un convento. El baile de Rafaela tiende a lo esencial para transmitir
los duros encierros de la vida que solo se alcanza al morir. Baila muy contenida, casi seca, sobre las voces de
hondo rajo y precioso metal de Antonio Campos y Miguel Ortega, hondura
compatible con la dicción clara, imprescindible para tratar de hacer llegar al
público la riqueza lírica y emotiva de tan hermosas y dolientes palabras. El
final, en una preciosa soleá estupendamente cantada, reúne muchos de los
mejores aspectos del espectáculo, y con su complejo movimiento nos trae y nos
lleva desde la mayor intensidad hasta llegar a desaparecer, apagándose, como en un
suspiro.
La novelista María de
Zayas se mueve en los recintos cortesanos reivindicando libros, letras,
educación y amor. En esta ocasión conviven en la música y en el baile las
resonancias jazzísticas de un combo (en el que predominan la percusión y unos
sofisticados arreglos de instrumentos de viento, con abundantes cambios de tempo y efectistas crescendos) y
una tremenda seguiriya, ideal para manifestar tan profundo malestar a través de
las dos voces cantaoras en expresivo diálogo.
La compañía de Rafaela Carrasco. Foto Facundo Pechervsky. |
María Calderón, “mujer, comediante y libre”, acostumbrada a
ponerse en la piel de otros, a prestar su voz para recrear otras vidas, nos
habla de sus éxitos profesionales y sus fracasos personales desde un corral de comedias, y lo hace sobre
las músicas que acompañaban al teatro a mediados del siglo XVII, donde se
mezclaban con toda facilidad lo más popular y la mayor sofisticación,
conviviendo jotas castellanas y pervivencias musulmanas, fandangos, tangos y
cantes de Cádiz.
Sor Juana Inés de la Cruz nos habla en el momento en que
abandona la vida pública para renacer en el convento, y lo hace con un conjunto
de cuerda en el que destaca una viola de gamba (el instrumento que mejor
reproducía las emociones de la voz humana, según opinión extendida entre los
músicos del barroco), sobre el que acaba por superponerse un piano arrabalero
que nos transmite su desengañada sentimentalidad, su combativa voz que nos agita
en brazos de los cantes de ida y vuelta, en una orgullosa colombiana (“ Y así, Amor, en vano intenta / tu esfuerzo loco ofenderme: / pues podré decir, al verme / expirar sin entregarme, / que conseguiste matarme / mas no pudiste vencerme.”)
Para mi gusto, hay un momento final, espectacular en varios sentidos, que ilustra vívidamente las visiones de santa Teresa, en el que la voz de la narradora Blanca Portillo, la música que la acompaña y las cuatro bailaoras se paralizan y entran en un bucle repetitivo, chirriante, crispado, doloroso, iluminado de manera cruda, expresionista, produciendo un efecto muy logrado de desasosiego que se calma cuando la santa afirma que nunca tuvo temor. Una visión optimista, como decía al principio, y aunque no lo parezca.
Compañía de Rafaela Carrasco. Nacida Sombra. Foto M. Valverde. |
Del trabajo coreográfico de Rafaela Carrasco hay que destacar (además de su evidente talento para afrontar y superar la prueba de poner en pie un espectáculo conceptualmente exigente y con una línea argumental difícil de seguir) la generosidad de su relación con las bailaoras Florencia O´Ryan, Carmen Angulo y Paula Comitre, a las que otorga categoría de protagonistas con todas las posibilidades de lucimiento, igual que hace con los excelentes músicos y cantaores.
Rafaela Carrasco. |
El público, que mantuvo la atención y el interés a lo largo de todo el espectáculo, premió reiteradamente el esfuerzo y el mérito de Rafaela Carrasco y de toda su compañía.
Más crónicas flamencas de 2018:
Miguel Poveda
Carmen Linares
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María Mezcle
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lunes, 19 de marzo de 2018
El valor añadido
viernes, 16 de marzo de 2018
Sobre poco más o menos...
jueves, 15 de marzo de 2018
La segunda enmienda
F.G. El coleccionista. Collage de imagen y palabras encontradas. 03.2018. |
Se puede llegar a ser estrella de la pantalla o escritor destacado. Famoso deportista o científico eminente. Importante hombre de negocios o político. Todo eso exige inteligencia, aptitud y paciencia infinitas.
Pero se puede obrar de otro modo. Se coge una pistola y le da uno al gatillo. ¡Y ya está! Tus rasgos engalanarán las portadas de todos los periódicos americanos. Todo el país hablará de ti. Aunque no durante mucho tiempo. Hasta la siguiente fechoría sangrienta nada más...
¡Algo no funciona en la vida americana! (...)"
Serguéi Dovlátov. Oficio. Traducción de Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea. Ed. Fulgencio Pimentel. Logroño, 2017.
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miércoles, 14 de marzo de 2018
El tiempo imaginario de Pamen Pereira
Todas las fotografías son obra de Josep Plaja Borrell. |
Pamen Pereira ha preparado para el nuevo espacio del
anticuario Artur Ramón en Barcelona una instalación que titula Tiempo
imaginario, en la que ha provocado el encuentro deliberado de su simbología personal, de su mundo poético propio, con la rigurosa selección que ha hecho de
entre los seis mil objetos preciosos que componen la colección de quien la
alberga, que viene a ser algo así como una sumaria biografía colectiva de los últimos
cinco siglos de la humanidad a través de piezas singulares de su cultura
material.
Esos objetos que se ha “apropiado” coyunturalmente, esencialmente barrocos, sustituyen en algún caso a los materiales cotidianos y humildes de su memoria personal o familiar que constituyen habitualmente su obra, y facilitan con éxito, una vez “metamorfoseados”, su deseo de provocar emoción en el espectador, potenciando los efectos de dinamismo, flujo y movimiento, y la presencia iluminadora de los elementos esenciales de la naturaleza.
Se trata de “ensamblajes” circunstanciales que por su acierto y la potenciación recíproca de las cualidades y el sentido de cada una de las partes pareciera que aspirasen a ser definitivos. Una relación virtuosa entre objetos prácticos (que, por su excelente singularidad han superado para siempre su fase de bienes de uso y consumo) y la aportación “inútil” del arte (tan superfluo como necesario, tan imprescindible, en definitiva) que establecen una cohabitación en la que las partes se enriquecen por la transferencia de sus respectivas cualidades, a través de un diálogo que las transforma al hacer de su tiempo concreto una dimensión dinámica y reversible.
Las piezas del pasado cobran en su relación con las creaciones de Pamen Pereira un nuevo valor que supera la ya abandonada función para la que fueron pensadas, y entre ellas se establece un diálogo enriquecedor, una dinámica retroalimentación que las amplifica en un sofisticado juego de ecos y reverberaciones, de luces y sombras, entre cuyas sugerencias el espectador puede, como en los tradicionales espacios barrocos, sentir la emoción conmovedora de lo inefable.
Se trata, en definitiva, de un hermoso juego entre lo transitorio y lo perdurable, entre lo leve y lo permanente, muy acorde con los invariantes habituales de la obra de Pamen Pereira, siempre tan preocupada por el paso del tiempo, por el desvanecimiento de lo que consideramos estable, por la fragilidad de la existencia.
martes, 13 de marzo de 2018
La huella de Santiago Sierra
F.G. Sigue la linde. I. Collage de imagen y palabras encontradas. 03.2018. |
F.G. Sigue la linde. II. Collage de imagen y palabras encontradas. 03.2018. |
F.G. Sigue la linde. III. Collage de imagen y palabras encontradas. 03.2018. |
F.G. Sigue la linde. IV. Collage de imagen y palabras encontradas. 03.2018. |