|
María Mezcle. |
El flamenco es una de esas músicas en las que una actuación
en directo supera casi siempre a las grabaciones discográficas, sometidas con demasiada
frecuencia y cada vez más a los cambiantes gustos de la efímera moda, o a la
búsqueda del incierto éxito comercial por parte de la compañía editora o al
gusto no siempre acertado del productor artístico, que o no da en el clavo o directamente
se pierde en la labor y hace naufragar al artista y su proyecto entre los
medios del estudio. Pero el directo es otra cosa: sin trampa, sin cartón y por
derecho. Y así compareció el pasado jueves en el salón de columnas del Teatro
Bretón la cantaora María Mezcle, excelentemente acompañada por el guitarrista
Paco Cortés, y en estado de buena (y avanzada) esperanza. Y con muchas ganas.
¿Para qué más?
|
Felipe Pedrell. Recopilación de "cantos andaluces". 1905. |
Empezó María Mezcle muy valiente por tonás y cantes de
trilla, con un arrojo sorprendente, presentando su poderío y cualidades por
todo lo alto, en plenas facultades y sin amplificación, con detalles preciosos de
vibrante fragilidad en los momentos de afinar y templar la voz. Siguió con una
farruca llena de musicalidad, con una dicción clara, limpísima, ralentizando el
compás hasta aproximarla a los tangos.
Después una bulería por soleá en la que la compenetración entre cantaora y
guitarrista se hizo maravilla desde la larga presentación y pasando por cada
uno de los cambios y falsetas hasta el apoteósico final. Continuó con cantes de
Cádiz, muy contenidos al principio para ir creciendo en ambición y entrega, llena
de gracia y chispa, acordándose, para homenajearlos, de Pericón, Chano, La
Perla y los cantaores antiguos. Cortés, como siempre, derrochó imaginación,
elegancia, variedad, virtuosismo y compás, mucho compás. Después afrontó una
larga colección de seguiriyas, preciosas desde los quejíos iniciales -trenzados con la luminosa entrada
de la guitarra-, dolientes, con sabor antiguo, muy largas, dramáticas, llenas
de variantes e imaginación y alardeando de capacidad melismática y arrojo. ¡Qué
valor! ¡Y qué falsetas!
|
Paco Cortés. |
Tras unos punteos de presentación muy morunos, cantó María una
larguísima tanda de tangos granaínos por los que fueron pasando las creaciones
de la tía Marina Habichuela, Morente y La Repompa, llenos de gracia sensual y
compás, siempre muy gitanos, como aprendidos en plena zambra con total
naturalidad. Destaco de entre muchas otras una preciosa letra: “A la orilla de
un rio / yo estoy lavando / y al compás de las aguas / canto mis tangos. / ¿Qué
tiene el agua? / ¿Qué tiene el rio? / No sé que tiene tu cara / que a mí me
quita el sentío.” A Paco Cortés se le sentía, ciertamente, tan a gusto como en
casa, y María Mezcle cerró la serie como la empezara, incitando al personal con
aquello de “Para que veas que yo a ti te camelo / coge la senda y vente p´acá.”
Un insinuante paréntesis “de ida y vuelta”, cabría decir.
|
Lucien Clergue. Gitanos. |
El concierto siguió creciendo hasta el final con un amplio
surtido de muy variadas bulerías, muy festeras, llenas de intención, “cupleteando”
con solvencia y atreviéndose a bailar (muy bien) mucho más allá de lo que
pareciera razonable en su estado, desafiando simultáneamente a la fuerza de gravedad
y a tan avanzada gravidez. La serie de bulerías fue tan rica que cupo entre
ellas hasta un fandango (“(Lo supe por un almendro) / Que la apariencia
engañaba, / que echaba blancas las flores / y almendras que me amargaban / como
amargan tus amores.”) y Cortés volvió a derrochar ritmo y compás, seguridad y lucidos
adornos.
Para terminar, María Mezcle volvió al escenario para
regalarnos la bulería de su bisabuelo Mezcle, recreando muy bien cantadas unas
coplas zumbonas y graciosas, pura chufla, con su puntito cruel y “malafollá”,
para que no faltara de nada.
|
Sevilla. Una juerga. de la serie Costumbres andaluzas. |
Una buena noche de flamenco. Vivo y directo. Sin trampa ni
cartón. Y con muchas ganas.
Otras crónicas flamencas de 2018: