viernes, 11 de mayo de 2018

Prohibido prohibir

Bruno Barbey. Mayo de 1968 en Paris. Patio de la Universidad de la Sorbonne.

A veces la traducción a otro idioma mejora la expresión original, y en el caso "sesentayochista" que hoy nos ocupa el español tiró recto y claro por la calle de en medio para llegar acertadamente hasta el popular `prohibido prohibir’ (igual que hizo el inglés con su `forbidden to forbid´)
Aunque quizá la sentencia (una aspiración añeja entre los recalcitrantes partidarios de la libertad) tuvo varias fuentes simultáneas de origen libertario que confluyeron en aquella época de efervescencia antiautoritaria: la redicha y formal de la Facultad, escrita por algún especialista en la redacción de reglamentos (como el prehipster de la foto, tan adusto y recortado, tan serio) recurriendo a palabras mayores y a sus letras capitales, como para ser tallada en piedra en la puerta de un templo o en las tablas de la ley, y la versión callejera y silvestre, anónima y minúscula, más dada al juego de palabras y al trabalenguas, a su efecto sonoro, decididamente partidaria de la redundancia arrabalera y de abolir los rangos y las diferencias hasta en la grafía de los dichos. Pero, eso sí, con admirada exclamación final, como una orden conminatoria!!!

Y es que siempre, también en esto, ha habido clases.

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