jueves, 25 de febrero de 2016

Cayó el Norte. (Ante una fotografía de Gabriel Santolaya)

Gabriel Santolaya. Calle del Norte. Logroño. 2004. 

Esta, ¡ay, dolor!, colorista paleta que, gracias a la memoria permanente del ojo fotográfico, aquí ves, atenuada por el inclemente paso del tiempo y los efectos disolventes de la intemperie, pervivió un tiempo enhiesta aunque ya estuviera previsto su inminente estrago, rodeada por el caótico abarrote de la voraz piqueta que por tierra venía derribando otras reliquias de parecido mérito. Fue en origen morada amable entonada en suaves pasteles que propiciaran la convivencia pacífica de sus felices habitantes, al norte de la vieja ciudad, junto al río, entre sotos y restos de adarves. 
Gabriel Santolaya enmarcó el terremoto con la espontánea colaboración de un equilibrista eléctrico (que actúa a su aire y como si, tras grabar el espectacular estruendo, procediera a retirar el cableado y la microfonía) y nos recuerda lo inestable de nuestras posiciones por más seguras que las consideremos, puesto que, y a la vista está, torres más altas han caído. 
Algo de esto debió entender la autoridad, que estimó desleal afrenta su utilización pública como amigable saludo navideño que animaba a descubrir en la vida cotidiana destellos de magia y color. ¡Qué cosas! 
Como dijera Rodrigo Caro a propósito de otras memorables ruinas de mayor prosapia,“todo desapareció, y cambió la suerte voces alegres en silencio mudo.” Todo desapareció, salvo la foto, elocuente testigo de la caída del Norte.

3 comentarios:

  1. Caro amigo. Justo en lo caído, vivió y creció mi padre. Y yo muchas tardes con primos jugando y merendando, mientras el olor a vaquería y al limo del Ebro nos nutría. Cuande 'cae' el Norte, estamos más cerca de perderlo. Bernardo

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  2. Hola Pachi, para memoria la tuya, más que la fotográfica, jaja.
    No me acordaba de la polémica que cuentas, ahora incluso la recuerdo vagamente.
    Ahora aparco el coche cada día en esa zona y la verdad es que había borrado por completo las casas y comercios que estaban ahí. De Tapicerías Revellín tengo una fotografía bonita de la fachada cuando ya estaba cerrada.
    Al pedirme la foto recordaba cada día cuando llegaba con el coche de la calle sin salida que había donde ahora está el acceso al parking.

    Muy buena la entrada, a mí por lo menos me ha emocionado.

    Un abrazo.
    Gabi

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    1. Hemos de seguir haciendo cosas. Seguro.
      Muchas gracias, y un abrazo.

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