jueves, 19 de febrero de 2015

Retratos capilares


Robert Mapplethorpe. Retrato de Ariel Philips. 1979.

El pelo dice mucho (y habla alto) de las personas.
Colita. Gitanas de Montjuic. Barcelona, 1962.

Unas veces, como parte, nos lo dice todo sobre su portador, y otras, como todo, nos descubre particularidades sorprendentes de su carácter. En ese doble sentido, el pelo es el retrato.
Naia del Castillo. Retrato (2). 2000.
A lo largo de la historia (antigua, eso sí) su representación en pinturas y esculturas sirvió para datar las obras con la precisión de un documento. Pero desde que la moda se diversificó contradictoriamente en un alarde de simultaneismo, ya no hay forma de peinar tal remolino.
Chema Madoz.
El "partido del sueño" siempre se ha sentido muy atraído por el pelo, en el que veía (y muy a mano) un vehículo adecuado para el fetichismo, turbadora marca de la casa.
René Magritte. El amor desarmado. 1935.
 Y por seguir con el misterio surreal, ahí queda la exclamación de mi amigo José Miguel: "¡Pelo! ¡Aunque sea verde!"
Bless. Peluca Bless nº 00. 1996.
Siempre lo ha dicho la voz popular: donde hay pelo, hay alegría.

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