lunes, 15 de diciembre de 2014

Miguel Poveda, íntimo y en sazón

Miguel Poveda.
 A lo largo de dos horas Miguel Poveda desgranó en Logroño una apasionada confesión sobre lo que más quiere y le define, con la sinceridad de quien lo hace por voluntad propia y  ante gente con la que se siente a gusto. Quedó claro desde el principio que lo que más le gusta es cantar y compartir con otros ese placer, y lo demostró en un concierto íntimo, directo, emocionado y lleno de matices.
Miguel Poveda es un músico complejo y nada acomodaticio, que  disfruta en lo grande (donde el éxito es más o menos previsible) y con lo pequeño (en proyectos arriesgados, casi marginales, que van ganando importancia y consideración crítica conforme pasa el tiempo). Empezó el concierto dando cabida a una de sus apasionadas debilidades minoritarias, la poesía, seleccionando para la ocasión canciones creadas a partir de poemas de Miguel Hernández (Para la libertad), Federico García Lorca (el Soneto de la dulce queja y Amor de mis entrañas, viva muerte) y Rafael Alberti (Guerra a la guerra) que formarán parte de su próximo disco.
Eduardo Arroyo. La noche española. 1985.
Para continuar, acometió un amplio abanico de cantes flamencos, desde unas alegrías de honda raíz (que se fueron abriendo a toda la variedad de la bahía, acabando por bulerías); unos fandangos malagueños que dolían de puro arriesgados, siempre a punto de quebrarse y espectacularmente acabados en unos preciosos abandolaos con un Chicuelo magistral de compás y musicalidad; los tientos dedicados por la Niña de los Peines a Salomón, acabados en un derroche rítmico por tangos, y ligados a los especiales tangos trianeros del Titi (uno de los momentos más brillantes de la noche, con Poveda bailando con tanta gracia como desinhibición); una toná grandiosa, sobrecogedora, y unos preciosos fandangos naturales, para acabar este personal canon flamenco con la reivindicación de Lole y Manuel  y el Camarón de La leyenda del tiempo. Cada uno tiene su biografía particular, y una educación sentimental a la que hace muy bien en no renunciar.
Antonio Quintero, Rafael de León y  Manuel Quiroga.
En ese sentido, la apuesta de Poveda por lo que llama “el repertorio de la radio de su madre” es digna de alabar, especialmente si lo recrea en el excelente nivel al que nos tiene acostumbrados. Esas coplas le sirven, además, para embelesar a un sector del público que necesita ser abducido por el cariño de un artista que se dirige a ellos como si fueran únicos, que es capaz de “traspasar las candilejas” con sus comentarios y “sentarse en las rodillas” de cada cual, haciéndoles sentir que les mira a los ojos y cantándoles lo que necesitan, esté anclado en su pasado o sea llaga viva de un dolor presente.
De este brillante repertorio seleccionó, entre otras, Vente tú conmigo, A ciegas, Y sin embargo te quiero, En el último minuto, Tres puñales,…, coplas estilizadas por el maestro Amargós, que las ha ido depurando de innecesarias adiposidades y amaneramientos para que sirvan a la perfección a las cualidades vocales y a las dotes dramáticas de Poveda.
Es sorprendente y admirable que un artista tenga tanta y tan variada capacidad de expresión y tanta facilidad para cambiar de registro, pasando de la fiesta al profundo dolor, y siempre entregado al  máximo, con un notable sentido del espectáculo. Además de una extraña habilidad para dosificar, de cara al gran público, sus aficiones y capacidades de tal manera que todo en su voz parezca fácil, tiene también el don de rodearse de grandes músicos a los que deja todo el espacio que necesitan.
Amargós, Chicuelo y Poveda.
En esta ocasión contó con Joan Albert Amargós, un excelente músico de amplísimos registros que ha reelaborado por simplificación todo el hermoso patrimonio de la copla que tan destacado lugar ocupa en nuestra memoria musical colectiva, indiscutible parte fundamental de la crónica sentimental de España.
Juan Gómez, Chicuelo, es un guitarrista de primera categoría por mérito y esfuerzo propio, por musicalidad y por talento, que ha sabido mantenerse fuera de la “corriente principal” y de los focos para ir creciendo, con voz y lenguaje particular, desde los márgenes, sirviendo como apoyo e impulso a algunas de las más importantes y personales carreras flamencas de las dos últimas décadas. Su sonido, preciso, poderoso y lleno de musicalidad, fue el mejor ensamblaje para tan delicado concierto.
El cuarto en concordia fue Paquito González, un brillantísimo hombre de compás, tanto con la variada percusión, las palmas o en segundas y precisas voces. Lleno de sutiles matices y de color, creó un inmenso campo rítmico donde Amargós y Chicuelo pudieron construir a sus anchas, y con total seguridad, armonías y melodía. A pesar de sus grandes méritos, estuvo a punto de quedar incógnito: ¿no se merece un espectáculo así, en un recinto tal y a ese precio, un sencillo programa de mano en el que se informe al público al menos de lo imprescindible?
Miguel Poveda.
Fue una buena noche de música para confirmar el buen estado de forma del joven maestro Miguel Poveda, pletórico de ganas a sus 41 años, y su capacidad de entusiasmo para afrontar con solvencia lo que se le ocurra y se le ponga por delante. Quedamos, impacientes, a la espera. Buen viaje, y hasta la vuelta.


Miguel Poveda.
12 de diciembre de 2014.
Riojaforum.
Logroño.

(Publicado en Rioja2 el 15.12.2014)


4 comentarios:

  1. Buenos días Francisco! Gracias por compartir tu preciosa crónica con nosotr@s!! Un saludo!
    Miguel Poveda Fans

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    1. Gracias a vosotros, por difundirla tan eficazmente.
      ¡Que vivan los buenos aficionados!
      Salud.

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  2. Los vellos de punta imaginando el concierto,lastima de que venga poco a Sevilla. Pronto se ira el Alcalde

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  3. Los alcaldes (y las alcaldesas) suelen estar ciegos ante las evidencias en todas partes. Ánimo.

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