jueves, 28 de noviembre de 2013

Fuegos artificiales



Teresa Rodríguez. Logroño. 2008.



"FUEGOS artificiales.
Sabes que tú también
has de ascender, 
como hacen esos ramos
de flores blancas, verdes,
amarillas,
que rayan con su luz
la oscuridad, 
para luego caer.
Pero, acaso, las luces, 
esas luces y tú, 
podríais decidir, 
inesperadamente, 
no caer".

José Corredor-Matheos. Fuegos artificiales, del poemario Sin ruido. Tusquets editores. 2013.

Teresa Rodríguez. Sueño. Logroño. 2012.

Este anhelo de perpetua ascensión (como si de música de los años sesenta se tratara, ya fuera John Coltrane, los Byrds o Sly & the family Stone el motor de variado combustible alucinado) resulta curioso en un poeta que a pesar de su grandeza siempre ha sido más partidario de la disolución que de cualquier otra cosa: desaparecer haciendo poco ruido y sin dejar rastro. Pero un día de optimismo lo tiene cualquiera. No lo tendremos en cuenta.

Fuegos artificiales en Logroño.
Septiembre de 2013.

La pirotecnia es la forma más ardiente de arquitectura efímera. Este fragmento sonoro, ya ruina perdida irremediablemente para aquellos entusiasmados espectadores, concierta lo ligero y lo pesado, lo silvante con la rítmica compleja, en parte prevista por el maestro pirómano y en buena medida especular, reflejada como eco retumbante - y redundante - en las lejanas torres de viviendas o en las densas nubes que todo lo cubrían la noche del portento. 

Teresa Rodríguez. Logroño. San Mateo. 2008.








Igual de hermosos y sorprendentes son los reflejos que Teresa Rodríguez supo ver y recogió en sus fotos.
Flores, espejos y un pomposo lazo (entre escarapela y explosivo ramillete) en la solapa del boquiabiero Al Jolson, que se asoma a la ventana atraído por el rítmico batir y el refulgente panorama de la ciudad en fiestas. 
All that jazz.








2 comentarios:

  1. Muy sutil, amigo!!!!!
    Agradecida.
    Teresa Rodríguez

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  2. Yo me quedo por ahí arriba. Colgado de una buena nube.

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