jueves, 19 de septiembre de 2013

Una habitación para gritar


Alicia Framis ha creado (dentro de su serie compuesta por las estancias del enorme edificio imaginario que alberga las  prohibiciones que nos impone la cultura), una habitación para gritar.



La habitación es una gran caja de madera de las usadas para el transporte de objetos artísticos, en la que el público entra y grita. El contenido, durante unos segundos, es ese grito: esa es la obra artística. Al salir de la habitación, una impresora de tres dimensiones lo convierte en taza de té, tan diferente a cualquier otra como nuestro propio grito.



Esta habitación es la segunda versión de una obra creada para la sede del banco holandés Rabobank. Al parecer, el uso estaba limitado a los trabajadores del banco. Los clientes, se supone, tendrían que seguir yendo a gritar debajo de los puentes, junto a las autopistas o (en compañía de otras víctimas) frente a la puerta principal de los causantes de sus desgracias, a menudo relacionadas con la estafa. 

Alicia Framis. Habitación del grito. 2013.

Con o sin habitación específica, gritar es saludable tanto para la salud individual como para la dignidad colectiva. Así que no te prives.

Edvard Munch. El grito. Litografía. 1895.

 Aunque te tomen por loco.


 


No hay comentarios:

Publicar un comentario